(Por Wilkie Delgado Correa / Cubainformación)
Yo estoy convencido de la inevitable crisis de la política de Estados Unidos con relación a América Latina (…) Pienso que un día esa política entrará en crisis (…) Cuando ese día llegue, cuando se produzca ese cambio de concepción, empezarán a darse las condiciones para relaciones de comprensión y de respeto, incluso de amistad, independientemente de la diferencia ideológica y del sistema social existente entre Estados Unidos y Cuba. Fidel, 1985
Hoy, con tantas idas y vueltas en torno a un asunto raigal de nuestros tiempos, tal vez se haga necesario echar mano a esta visión adelantada de Fidel sobre las relaciones entre EE.UU y Cuba.
La historia que nos ocupa, estimado lector, se inició formalmente el 3 de enero de 1961, cuando el Gobierno de Estados Unidos, presidido entonces por Eisenhower, anunció el rompimiento de sus relaciones diplomáticas con el Gobierno Revolucionario de Cuba. De allá a acá, ¡cómo ha llovido, y cuánto daño ha provocado a Cuba esa y las restantes medidas agresivas, que incluyen el embargo total en el comercio, decretado el 3 de febrero de 1962! ¡Qué desfile de presidentes norteamericanos hasta hoy, cada uno tejiendo, con espíritu de brujas perversas, aquellas medidas que pudieran acabar con la Revolución, y recurriendo, además, algunos de ellos, a cuantas formas de asesinato de Fidel concibieran desde las poltronas de la Casa Blanca , sus subsidiarias, y de las restantes cloacas de las mafias criminales!
Como hecho contradictorio y tal vez difícil de explicar, teniendo en cuenta tantas medidas de agresión decretadas en su mandato, se produjo el intento del presidente Kennedy de explorar con Fidel las posibilidades de un acercamiento a Cuba, que estaba ocurriendo precisamente en Varadero (Cuba), el mismo día de su asesinato en Dallas (Texas), el 22 de noviembre de 1963.
Después de aquella primera vez de una intentona de conversaciones frustradas por el asesinato de Kennedy, tal pareciera que el asunto de las relaciones entre EE.UU y Cuba, ha aparecido de sopetón en las actuales circunstancias. Pero no, ha habido hitos anteriores, y además ha ido ocurriendo indefectiblemente lo pronosticado por Fidel a lo largo de este periodo de desencuentro entre los dos países.
A pesar de la ruptura de las relaciones por Estados Unidos, éste se ha visto obligado, ante crisis determinadas, a dialogar con Cuba y concretar acuerdos. Ante crisis migratorias como las de 1965 y 1994, se firmaron acuerdos migratorios en 1984 y 1994. Sin embargo, fue durante la presidencia de Carter que se llegó más lejos en cuanto a las relaciones, cuando el 1 de septiembre de 1977 se abrieron oficinas diplomáticas (“Oficinas de Intereses”) en las respectivas capitales.
En distintos momentos en el largo lapso, han visitado a Cuba, personalidades, legisladores, religiosos y empresarios, etc., deseosos de abrir una ventana a la amistad posible entre las dos naciones. Así, por ejemplo, el 16 de diciembre de 2004 Fidel Castro se reúne en La Habana con más de 300 empresarios norteamericanos. Pero el caso más conspicuo es la visita a Cuba del ex presidente Carter del 12 al 17 de mayo de 2002, con una amplia agenda e intercambios significativos con Fidel.
Hace 30 años Fidel trazó sus consideraciones sobre este proceso y dio las claves para entender las causas y la posible solución del problema surgido a partir de la ruptura de las relaciones con Cuba por parte de los Estados Unidos. Fue en ocasión de la entrevista realizada por el profesor Jeffrey M. Elliot y el congresista Mervin M. Dymally [1], del 27 al 29 de marzo de 1985. En ella Fidel abordó las razones fundamentales de las divisiones vividas. Argumentaba Fidel:
“Yo pienso que la causa fundamental es responsabilidad de Estados Unidos. Estados Unidos nunca se ha resignado a la existencia de la Revolución Cubana, ni a la creación de un sistema social diferente al de Estados Unidos. (…) Y cuando surge una revolución que les pone fin a todos esos problemas, -(Fidel enumera estos: gobiernos deshonestos, tiránicos; miseria; ignorancia; insalubridad; falta de escuelas, hospitales, de servicios médicos; desempleo; la discriminación racial, infinidad de problemas sociales)- Estados Unidos se empeñó en destruir la Revolución Cubana , desde las campañas más injuriosas y más calumniosas contra Cuba hasta planes de subversión, la organización de bandas armadas, sabotajes que costaron la vida de mucha gente, invasiones mercenarias, arrebatarle a Cuba la cuota azucarera que se había creado durante más de 100 años…, bloqueo económico, política de aislamiento, planes de agresión, planes de asesinato de los dirigentes de la Revolución , es una lista interminable de acciones de Estados Unidos contra nuestro país; el mantenimiento de una base militar en contra de la voluntad de nuestro pueblo, por la fuerza. Esos son los elementos que están en el fondo de estas divisiones. (…)
Si Estados Unidos no rectifica esa política, yo no veo cómo pueda, realmente salvarse esa diferencia, y lo que le digo categóricamente es que nosotros no somos los responsables de esa situación.”
Fidel también responde a la pregunta sobre si él estaría en disposición de reunirse con el Presidente de EE.UU., sin un orden del día preconcebido, para conversar sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Fidel le aclara que eso habría que preguntárselo, en primer lugar, al Presidente de Estados Unidos. Luego añade:
“Pero bien, si usted quiere conocer mi actitud, no lo creo muy probable, pero si algún día el Gobierno de Estados Unidos planteara un encuentro de ese tipo, un contacto de ese tipo, nosotros no pondríamos ningún obstáculo a su realización.”
A continuación Dymally plantea la posibilidad de que fuera el Congreso el que invitara. Fidel precisa lo siguiente:
“Habría que conocer primero cuál es la posición del Gobierno de Estados Unidos porque, incluso, una visita a Estados Unidos necesita visa del Gobierno de Estados Unidos. Si eso fuera posible, incluso si eso propiciara un encuentro más amplio con legisladores de Estados Unidos, creo que tengo argumentos para conversar, discutir y debatir con un grupo, o con todos los congresistas de Estados Unidos juntos.
Es decir, creo que sí, que puedo ir, hay muchas cosas de las cuales pueden hablarse y sería útil que un día las escucharan los miembros del Congreso de Estados Unidos, y para responder todas las preguntas que quieran hacer. Pero bueno, todo esto es en el terreno puramente especulativo, hipotético; no creo que eso pueda hacerse, excepto que el Ejecutivo de Estados Unidos esté de acuerdo con que eso se haga.”
Ante una pregunta de Elliot, Fidel se refiere a los eventos surgidos en abril de 1984 durante la visita del candidato Jackson a Cuba, cuando se iniciaron conversaciones en Nueva York, que según Fidel “fueron conversaciones serias, flexibles, respetuosas. A pesar de la complejidad del tema, se avanzó, y se lograron acuerdos satisfactorios para ambas partes en un periodo de tiempo relativamente breve. Este hecho nos pareció positivo, se había demostrado en la práctica la posibilidad de resolver mediante conversaciones problemas complicados. Si se tomaban en cuenta los demás hechos concurrentes, permitía concebir la esperanza de una política más flexible, más realista por parte de Estados Unidos. (…) Nos parecía conformar un cuadro, un ambiente más propicio a tratar de encontrar soluciones a problemas internacionales complejos.”
Ante una pregunta de Dymally, Fidel se refiere a los cambios ocurridos en las relaciones de Estados Unidos con China y Vietnam. Y Fidel pregunta y argumenta con elementos de principios:
“Bueno, ¿y por qué, me quieren decir por qué?. Ahora hay, incluso, dos tipos de comunistas: un comunista malo y un comunista bueno. Indiscutiblemente que a nosotros nos tienen clasificados entre los tipos de comunistas malos, y yo el prototipo de comunista malo.
Si algún día Estados Unidos cambia su política sobre Cuba y la opinión pública puede tener la oportunidad de conocer la verdad, tendrá que ser sobre la base de su capacidad de apreciar que ni el pueblo de Cuba, ni Castro son gente oportunista, gente que cambia de bandera, gente que se puede comprar. Si algún día son amigos nuestros, y saben apreciar la Revolución y los que han luchado por hacerla posible, tendrá que ser sobre base de respeto y de un concepto honorable de nuestro país, porque, como le dije a los legisladores que nos visitaron recientemente, nadie respeta a aquellos a quienes compran.”
Elliot pregunta a Fidel: ¿Acaso se ha preguntado usted alguna vez si toda esta división, si todo este conflicto pudiera resolverse? ¿Existen razones para tener esperanzas, vislumbra usted razones para tener esperanzas?
Entonces Fidel se refiere a su visión esencial sobre este asunto, que se ha podido constar 30 años después, en que las crisis políticas han obligado al Gobierno estadounidense a reconocer el fracaso y el aislamiento internacional consustanciales:
“(…) admito que es un buena pregunta la que usted hace y, además, me gusta la forma en que la plantea porque realmente, a veces uno tiene la impresión de que hay en este mundo cosas absurdas, increíbles e irreales. Yo creo que sí, que un día pueden tener fin, pero va a llevar tiempo (…)
(…) yo tengo la esperanza de que algún día Estados Unidos sea realista en su concepción y en sus ideas sobre las relaciones con los pueblos latinoamericanos. Claro que, naturalmente, ninguno de estos cambios de opinión son los que se suelen producir como resultado del razonamiento o de las ideas justas, de los análisis profundos. Desgraciadamente, tales cambios de concepción suelen tener lugar cuando ocurren problemas y cuando ocurren crisis; por eso uno habla, explica, razona, tratando de hacer comprender que hay políticas equivocadas, que llevan muchos años de equivocación, y que esas políticas conducen a crisis.
Yo estoy convencido de la inevitable crisis de la política de Estados Unidos con relación a América Latina, la vieja idea de actuar como propietario de los países de este hemisferio (…) Pienso que un día esa política entrará en crisis (…); esa política va a entrar en crisis y en un periodo no lejano.
Nadie puede asegurar que se van a producir cambios revolucionarios en Suramérica, pero nadie puede asegurar tampoco que no se produzcan en cualquier momento en uno o varios países importantes. A mi me parece que si uno analiza objetivamente la situación económica y social de estos países, no puede tener la menor duda de que es una situación explosiva, y que si a esos problemas no se les halla solución urgente, va a ocurrir más de una revolución en Suramérica, cuando menos se lo imagine Estados Unidos y no podrá culpar a alguien de generar o promover esas revoluciones.
Pienso, francamente, que Estados Unidos tendrá que adaptarse a esas realidades, tendrá que cambiar la concepción, y no tiene necesariamente que esperar a que haya cataclismos sociales y políticos para tratar con más respeto y menos menosprecio a los países latinoamericanos. Cuando ese día llegue, cuando se produzca ese cambio de concepción, empezarán a darse las condiciones para relaciones de comprensión y de respeto, incluso de amistad, independientemente de la diferencia ideológica y del sistema social existente entre Estados Unidos y Cuba.”
En 1987, en entrevista a Gianni Miná, Fidel se refirió a la relaciones con Estados Unidos. “Han pasado 28 años y, realmente, algo se ha avanzado: tenemos una Oficina de Intereses. Ellos tienen una en La Habana y nosotros tenemos otra en Washington, así que hay una cierta relación de facto de tipo diplomático. Pero las relaciones políticas son muy malas y no existe ningún tipo de relación económica. La hostilidad de Estados Unidos sigue siendo muy grande con relación a Cuba.
Si yo dije entonces -1964- que podíamos estar 20 años, digo ahora que podemos estar otros 20 años sin relaciones con Estados Unidos, porque Estados nos ha obligado a prescindir de ellos, a buscar soluciones a nuestros problemas sin relaciones con ellos (…)
No somos renuentes, sin embargo, a tener relaciones diplomáticas normales e incluso relaciones económicas. Sería útil para nosotros, pero no es vital para nosotros, no es esencial, cualesquiera que sean las dificultades económicas.”
En 2006, en su entrevista con Ramonet, recogida en el libro Cien horas con Fidel, señaló la disposición de Cuba a discutir con quien fuera, incluso el presidente Bush, después que se produjera la visita del ex presidente Carter a Cuba. “Nosotros le dijimos a Bush que estamos dispuestos a discutir, le reunimos toda la ciudadanía. También nosotros invitamos a todos los militantes, a todos los jefes y a todos los cuadros.
(…) estamos dispuestos a discutir, en la Plaza de la Revolución , con el que quiera venir a discutir aquí para convencer al pueblo. Si lo necesitan, le ponemos todos los altoparlantes y todo el tiempo que quiera para que le expliquen al pueblo y para que discuta. Porque no es cuestión de vivir de los dogmas, es cuestión de sostener lo que se piensa o se defiende sobre la base de argumentos y de razones.”
Como se puede constatar, Cuba tiene un arsenal ideológico y político coherente capaz de vislumbrar lo que hoy parece una posibilidad de inaugurar relaciones respetuosas entre los dos países, independientemente de las diferencias del sistema político y social y cultural. Pero hay que reconocer, como dijera Fidel, que estamos en este momento por razones muy poderosas y decisivas, que son las que han obligado al cambio de la obcecada actitud de los Estados Unidos. Estas son: la crisis política nacional e internacional, que erosiona y que lesiona el prestigio del gobierno norteamericano por el asunto de las relaciones arbitrarias e injustas con Cuba, expresada en la resolución de condena abrumadora en la Asamblea General de la ONU al bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba; por el cambio de época en América Latina, con el surgimiento de muchos gobiernos revolucionarios y progresistas, y la parición de organizaciones regionales unitarias como Unasur, Celac y Alba; y en especial, por la heroica resistencia del pueblo cubano y la consecuencia principista de su gobierno. Todas esas victorias, favorables a Cuba, han provocado la crisis de la política del gobierno de Estados Unidos, que lo ha obligado a desistir de la política equivocada y a sentarse a discutir el restablecimiento de las relaciones y muchos otros problemas pendientes.
¿Verdad que una vez más Fidel tenía razón al vislumbrar hace treinta años lo que hoy es evidente?
[1] Fidel Castro: Nada podrá detener la marcha de la historia. Entrevista concedida a Jeffrey Elliot y Mervin Dymally. Editora Política, La Habana, 1985
Fuente: Cubainformación
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