Nadie está obnubilado por lo que ha sucedido, se piensa en lo que queda por hacer. Cuba sabe que la normalización verdadera pasa por el fin del bloqueo, por la devolución del territorio ocupado en una porción de Guantánamo, por el cese de la hostilidad impuesta con subversión
(Por Juana Carrasco Martín / Juventud Rebelde)
WASHINGTON.— El rumbón tomó la calle 16. La fiesta fue de la solidaridad internacional, de la alegría de pueblos que celebran junto al cubano una victoria de todos. La rueda de casino junto a letreros que gritaban Cuba Sí, bloqueo No; Gracias Raúl, gracias Obama.
Eran unos 200 cubanos, estadounidenses de cualquier lugar de este gran país que saben que ha finalizado un momento malo en la historia de su país; salvadoreños, venezolanos, bolivianos, nicaragüenses, mexicanos… Cuba existe, está aquí.
Este 20 de julio fue mucho más que la solemne, emocionante, bellísima y patriótica ceremonia de izar la bandera y develar la tarja en la casi centenaria casona del barrio Meridian Hill, era la celebración popular de esta victoria por parte de amigos, de latinoamericanos que conocen que la unidad y la integración pasa también por este momento.
Desde horas bien tempranas en la mañana, incluso desde la misma medianoche que marcó el reinicio de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, se fueron acercando a la Embajada. Aquel cubano que llegó desde Nevada se lo decía a uno de nuestros diplomáticos: «Vivo aquí, pero esa bandera que se va a izar y esta Embajada es la de mi país».
Los que no pudieron entrar quedaron en vigilia desde la acera de enfrente enarbolando la bandera de las dos naciones o letreros. Y fueron 700 o más los que colmaron el edificio, sus salones de la planta baja y del primer piso. Todos pudieron verlo desde las pantallas de televisores que ocupaban cada ángulo.
Algunos transformaron el saludo de «Buenos Días» por el de «Feliz Día» y se felicitaban unos a los otros y se agradecían por haber estado juntos en una lucha por la justicia que ha durado más de 54 años, y se hacían compromisos de continuarla porque ahora hay que desmantelar el bloqueo. Confianza en sí mismo y en los demás andaba de manos con la seguridad de que es posible hacerlo.
Hubo al unísono risas y lágrimas emocionadas. En conversaciones personales se recordaba a quienes no pudieron alcanzar a verlo pero también dejaron parte de su vida en el empeño.
Daba gusto ver a Danny Glover llegar sonriente y preguntar: «¿Este calor tiene algún significado para los orishas?» y a alguien contestarle: «no lo sé, pero desde cualquier visión o religión es el mismo calor que hay en Cuba y eso significa que hasta en eso estamos hoy unidos».
Mientras una multitud esperaba ya en el jardín para ver ondear a la enseña de la estrella solitaria, dentro de la sede diplomática —a la que iban llegando personalidades de la política como los congresistas Patrick Leahy y Jeff Flake y el ex senador Peter DelaHunt , y autoridades del Departamento de Estado, entre ellos Roberta Jacobson, quien ha presidido a la delegación norteamericana a las conversaciones que han llegado a tan feliz término—, el ambiente era más que distendido y demostraba satisfacción.
Fotos, bromas, saludos y presentaciones se sucedían con el canciller Bruno Rodríguez, la jefa negociadora cubana Josefina Vidal, los miembros de la delegación de la sociedad civil llegada desde Cuba para el acontecimiento… A Eusebio Leal le preguntaban cómo seguían los proyectos de la ciudad capital, La Habana; se notaba admiración hacia el cantautor Silvio Rodríguez y el pintor Kcho; el reconocimiento y el respeto para Ricardo Alarcón, para Joel Dopico, el presidente del Consejo de Iglesias de Cuba; para Miguel Barnet, presidente de la Uneac.
Vivas a Fidel
¿Acaso alguien de los allí presentes dejó de pensar en Fidel? Creo que nadie. Sin su obra, perseverancia y magisterio cuando logró forjar la unidad de un pueblo y su resistencia, esto no hubiera sido posible. Corre por las redes sociales una leyenda en la que se dice que el Comandante en una entrevista con un periodista estadounidense le dijo hace años: Cuba y Estados Unidos tendrían relaciones cuando hubiera un Papa latinoamericano y un presidente negro en Estados Unidos… Mito o realidad, los tres hechos se han dado en lo que muchos consideran un cambio de época.
Cuando la bandera engalanó el tope del mástil resonaron los ¡Viva Cuba!, ¡Viva Fidel!, ¡Viva Raúl! y poco después el sostenido ¡Fidel, Fidel, Fidel, Fidel!, y la ovación.
Se comentaba luego el discurso de Bruno, escuchado con atención por una muchedumbre de pie y agobiada por el calor, pero no vencida por la canícula washingtoniana. Era toda una pieza de oratoria con las mismas verdades que en un abril de 1959 trajo Fidel a esta nación y esta casona que luce sus mejores galas, las de la amistad y la solidaridad.
De la equilibrada rueda de prensa en el Salón Benjamín Franklyn del Departamento de Estado, dada por los jefes de la diplomacia cubana y estadounidense, Bruno Rodríguez Parrilla y John Kerry, también comentaron los periodistas.
Pero nadie está obnubilado por lo que ha sucedido, se piensa en lo que queda por hacer. Cuba sabe que la normalización verdadera pasa por el fin del bloqueo, por la devolución del territorio ocupado en una porción de Guantánamo, por el cese de la hostilidad impuesta con subversión.
También se reconoce que ya crece el número de congresistas dispuestos a revisar esas políticas y, por supuesto, también se hará más visible con la comunicación que pueda llegarle al pueblo estadounidense.
Hoy se escucharon uno tras otro, con igual atención, cantados por los presentes, los himnos de Cuba y de Estados Unidos. Y no era una competencia deportiva, era un acto político de envergadura que puede ser la puerta para tiempos mejores donde prime por sobre todas las cosas el respeto a la soberanía y a la independencia de elegir el camino a seguir. El de Cuba sigue siendo el de lograr el bienestar de todos en un pueblo digno y valeroso.
La celebración sigue, «Los casineros del DC», la mayoría jóvenes norteamericanos, cerraban la noche bailando al ritmo de los Van Van. Ellos también confían y aseguran que esa bandera no se arriará más nunca…
Jóvenes estadounidenses junto a los de la Isla, celebraron a la cubana. Foto: Jorge Legañoa
Fuente: Juventud Rebelde
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