(Por Ismael Francisco / Cubadebate)
Un sol de aquellos. Tres chevrolets de los años 50 entre el Malecón y la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, que ya tiene letrero en bronce que lo anuncia. Un mar azul con su mejor cara. El quinteto Brass de la Armada interpreta la “Guantanamera” y un mambo de Pérez Prado, hasta que una voz solemne anuncia la llegada de la delegación cubana encabezada por Josefina Vidal, la directora general de EEUU de la Cancillería, y unos segundos después, el Secretario de Estado John Kerry.
“¡Qué maravilla estar aquí!”, dice. “Les agradezco que hayan dejado mi transporte aquí afuera”, señala los chevrolets negro, rojo descapotable y azul cielo y comienza su discurso, en el que intercala frases en español. Además de los invitados a la ceremonia, entre quienes se encuentra senadores y representantes del Congreso de los Estados Unidos y los tres marines que arriaron la bandera en 1961, cuando el gobierno de EEUU rompió relaciones con Cuba, varios centenares de cubanos asisten al acto desde las aceras y los balcones próximos:
“Josefina, muchas gracias, por su liderazgo y por el trabajo que ha desempeñado su delegación.
Excelencias del cuerpo diplomático, a mis colegas de Washington. Muchas gracias por estar con nosotros en este momento verdaderamente histórico mientras nos preparamos a izar la bandera de los EEUU en nuestra Embajada en La Habana, símbolo del restablecimiento de relaciones diplomáticas después de 54 años.
También es la primera vez que un Secretario de Estado de los EEUU visita Cuba desde 1945.
Esta mañana me siento en casa y agradezco a aquellos que han venido a compartir en este ceremonia y a los que están afuera de nuestras rejas. Me siento en casa porque en realidad se trata de una ocasión memorable.
Es un día para olvidar las barreras y explorar nuevas posibilidades. Es en ese espíritu que yo les digo a nombre de mi país: los EEUU acogen con beneplácito este nuevo comienzo de su relación con el pueblo y el gobierno de Cuba. Sabemos que el camino hacia unas relaciones plenamente normales es largo, pero es precisamente por ello que tenemos que empezar en este mismo instante.
No hay nada que temer. Serán muchos los beneficios de los que gozaremos cuando permitamos a nuestros ciudadanos conocerse mejor. Visitarse con más frecuencia. Realizar negocios de formo habitual. Intercambiar ideas y aprender los unos de los otros.
Amigos estamos aquí reunidos el día de hoy ya que nuestros líderes, el Presidente Barack Obama y el Presidente Castro tomaron una valiente decisión: dejar de ser prisioneros de la historia y se enfocaron en las oportunidades del hoy y del mañana. Esto no significa que debamos olvidar el pasado.
¿Cómo podríamos hacerlo? Por lo menos para mi generación las imágenes son indelebles.
En 1959 Fidel Castro vino a los EEUU y fue saludado por multitudes de entusiastas y regresó al año siguiente para la Asamblea General de la ONU y fue abrazado por Nikita Krushev. En 1961 la tragedia de Bahía de Cochino se desató y el Presidente Kennedy aceptó la responsabilidad, y en octubre de 1962 surgió la Crisis de los Misiles. Trece días que nos llevaron al umbral de una guerra nuclear.
Yo era estudiante y aún puedo recordar los rostros tensos de nuestros líderes, los mapas preocupantes que mostraban las naves y los buques que se acercaban y esa palabra tan extraña -”cuarentena”-. Nosotros nos sentíamos incierto sobre el futuro pq no sabíamos cuando cerrábamos los ojos de noche qué encontraríamos al despertar.
En ese entorno congelado los vínculos diplomáticos entre Washington y esta capital se veían bajo tensión, llevados a un extremo. A finales de los 60 el Embajador estadounidense se fue de La Habana. En enero Cuba pidió que se cortara nuestra misión diplomática y el Presidente Eisenhower decidió que tenía que cerrar la embajada.
La mayor parte del personal de los EEUU partió rápidamente, pero algunos permanecieron aquí para dar las llaves a nuestros colegas suizos que servirían diligentemente y honorablemente como nuestro poder protector durante más de 50 años.
Acabo de hablar con el Ministro de Asuntos Exteriores suizo y siempre les agradeceremos de todo corazón el trabajo que hicieron.
Entre aquellos que permanecieron en la embajada eran tres infantes de marina Larry Morris, Mike East y Jim Tracey. Ellos salieron y se encontraron frente a una multitud entre ellos y la bandera. Había mucha tensión, nadie se sentía seguro. Pero estos Infantes de Marina tenían una misión y poco a poco la multitud se fue separando para que pudieran acercarse.
Bajaron la bandera, la doblaron y regresaron al edificio. Larry, Mike y Jim habían hecho su trabajo, pero también hicieron una profunda promesa: que regresarían a La Habana para izar la bandera una vez más.
En aquel entonces nadie habría podido imaginar cuan distante sería ese día. Durante más de medio siglo las relaciones estadounidense y cubanas estuvieron suspendidas en el ámbito de la política de la guerra fría.
Finalmente toda una generación de americanos y cubanos han crecido y han envejecido. Los EEUU han tenido 10 nuevos Presidentes. Una Alemania unida. El recuerdo del muro de Berlín se desvanece. Liberado de las esposas soviéticas Europa Central es una democracia próspera.
La semana pasada estuve en Hanoi para recordar el décimo aniversario de la normalización de relaciones entre EEUU y Vietnam. Piénselo, una larga y terrible guerra que infringió cicatrices indelebles sobre el cuerpo y la mente. Después de dos décadas de contactos diplomáticos y comercial, en este período Vietnam ha evolucionado en un país dinámico con una economía creciente.
Mientras tanto la reconciliación y la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU permanecieron en el pasado.
Mientras tanto nuevas tecnologías permitieron a la gente beneficiarse de proyectos compartidos a lo largo de vastos recorridos. Uno no necesita un localizador satelital para darse cuenta de que el aislamiento mutuo y la separación de los EEUU y Cuba no era el camino correcto y que ha llegado el momento de ir emprendiendo una dirección más prometedora.
Eso significa reconocer que las políticas de los EEUU no serán el futuro, el yunque sobre el cual se forjará el futuro cubano. Décadas de buenas intenciones, dejadas a un lado las políticas del pasado, no han llevado a una transición democrática en Cuba. No sería realista pensar que se podrá normalizar relaciones a corto plazo para tener un impacto transformativo. Después de todo el futuro de Cuba tendrá que ser moldeado por los cubanos.
La responsabilidad por la naturaleza y calidad del gobierno y la rendición de cuentas está, como debería de ser, no con una entidad extranjera o externa, sino exclusivamente con los ciudadanos de este país.
Los líderes de este país saben que los EEUU siempre serán campeones y paladines de principios democráticos y reformas. Como muchos otros gobiernos, dentro y fuera de este hemisferio, seguiremos instando al gobierno cubano para que cumpla con sus obligaciones bajo los convenios de la ONU y los convenios de Derechos Humanos interamericanos, obligaciones compartidas por los EEUU y otros países de América.
De hecho estamos convencidos que el pueblo de Cuba estaría mejor con una democracia genuina para poder expresar sus ideas, escoger a sus líderes, practicar su credo, donde el compromiso para la justicia social y económica se realiza más plenamente con instituciones que deben dar respuestas a los que sirven y que la sociedad civil independiente pueda florecer.
Quiero ser claro: el establecimiento de relaciones diplomáticas normales no es un favor que hace un gobierno a otro. Es algo que los países hacen juntos cuando los ciudadanos de ambos se benefician. En este caso la reapertura de nuestras embajadas es importante bajo dos niveles, de persona a persona y de gobierno a gobierno.
Ante todo nosotros creemos que sería útil para el pueblo de nuestras naciones saber más los unos de los otros. Conocerse, encontrarse. Por eso nos alienta que los viajes de los EEUU hacia Cuba ya hayan aumentado en un 35% desde enero y sigue creciendo.
También nos alienta que más y más empresas norteamericanas están explorando iniciativas comerciarles para crear oportunidades para el número creciente de emprendedores cubanos. También nos alienta que las empresas norteamericanas quieren ayudar a Cuba a aumentar su base de telecomunicaciones e Internet.
El gobierno cubano recientemente prometió que crearía decenas de nuevos puntos wifi. Queremos reconocer el papel especial de la comunidad cubano-americana en el restablecimiento de una nueva relación entre nuestros dos países. De hecho, tenemos con nosotros los representantes de esa comunidad. Algunos de ellos nacieron aquí y otros nacieron en los EEUU. Con sus fuertes lazos de cultura y familia ellos pueden contribuir hacia el espíritu de cooperación bilateral y progreso que queremos crear.»
Fuente: Cubadebate
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