(Por Israel Valdés Rodríguez*)
La guerra desatada por Estados Unidos contra la Revolución Cubana, concebida como política de Estado, ha abarcado disímiles modalidades como la ejecución de atentados contra instalaciones y personal cubano en el exterior, incluidas nuestras sedes diplomáticas.
El 11 de septiembre de 1980 el diplomático cubano Félix Carlos García Rodríguez, funcionario de protocolo en la misión cubana ante las Naciones Unidas, fue asesinado con varios disparos realizados por terroristas de origen cubano, mientras conducía su automóvil en la esquina de Queens Boulevard y la calle 55, en el barrio de Queens, en New York.
Investigaciones posteriores pusieron al descubierto que el autor de este asesinato fue el terrorista de origen cubano Eduardo Arocena Fernández, alias Omar, miembro de la organización terrorista Omega 7. Se conoció también que el plan original consistía en asesinar a cuatro personas de la Misión cubana ante las Naciones Unidas y que Arocena, Pedro Remon Rodríguez, Andrés García y Eduardo Losada Fernández, todos miembro de Omega 7, habían participado en una vigilancia por 50 días, con el fin de planificar y perpetrar el asesinato. Arocena, después de muchas maniobras jurídicas fue declarado culpable y juzgado, en septiembre de 1984, no solamente por este delito, sino también, por el intento de asesinato al embajador cubano ante las Naciones Unidas, el compañero Raúl Roa, el 25 de marzo de 1980; además de haber participado en 11 atentados dinamiteros o intentos de voladuras en el área de Miami. Realmente este individuo se convirtió en un peligroso terrorista que puso en riesgo la vida de los propios norteamericanos, por lo que el FBI se vio obligado a proceder contra él.
Los cuatro terroristas antes mencionados después fueron miembros activos de la Fundación Nacional Cubano Americana, creada en 1981 y asentada en la Florida, Estados Unidos. Estos individuos han recibido entrenamientos especiales en armas y explosivos y han sido sancionados levemente, a tal punto, que posterior a su liberación se reincorporan a las actividades terroristas, pues este es su medio de vida como profesionales.
¿Quién fue la víctima de este hecho terrorista?
Félix García fue un cubano que se caracterizó por su sencillez, originalidad, simpatía innata y desbordante; poseía múltiples habilidades. Era desenfadado, desprendido y con un gran sentido de solidaridad humana. También sobresalía por su fortaleza física.
Procedente de una familia humilde tuvo que trabajar desde temprano. Se convirtió en un diestro dealer del casino del hotel Riviera, en cuyo cierre e intervención participó activamente al triunfo de la Revolución cubana.
Sus profundas convicciones revolucionarias y su amor por la patria se convirtieron en móviles de su conducta diaria. Como parte del pueblo participó en movilizaciones militares y productivas, distinguiéndose siempre, sembrando amigos, incapaz de pasar inadvertido.
En el Ministerio de Relaciones Exteriores se destacó por su laboriosidad y su disposición por ayudar a todo el que lo requería. Sin ser de los cuadros más relevantes del organismo, los dos cancilleres cubanos con los que trabajó, Roa y Malmierca, le profesaron una distinción peculiar.
Designado en la Misión permanente de Cuba ante la ONU atendía labores administrativas, pero era, uno de los personajes mas admirados de aquella Misión. “Tío Félix” lo bautizaron los niños de la escuela cubana que allí radicaba, por su carisma y especial trato con los infantes.
Voluntariamente limpiaba y pulía todos los días la placa de bronce que identificaba a la Misión Permanente de Cuba ante las Naciones Unidas, algo que no estaba dentro de sus funciones. Esto tenía un significado especial para él; lo consideraba un símbolo sagrado de la Patria.
Siempre tenía en el interior del auto ejemplares de revistas Bohemia y el periódico Granma Internacional, que repartía entre la colonia cubana radicada en Nueva York. Contagiaba con su entusiasmo y disfrutaba los relatos que hacía sobre las victorias de sus compatriotas en la isla. No iba en esta cruzada solo adonde radicaban los amigos; buscaba sumar, aclarar dudas, polemizar. Era dicharachero, pero no vulgar; se comportaba como un auténtico cubano, un típico hombre de pueblo.
Félix fue otra de las vidas humanas que cobró el terrorismo contra Cuba. Su asesino, Eduardo Arocena Fernández, fue otro cubano-americano residente en Miami, fanático conspirador que fue formado y adiestrado por la CIA; uno de los mercenarios que recibió el apoyo del poder americano para convertirlo en un “combatiente de la libertad.”
Aquí cabe mencionar ese viejo refrán que dice: “Cría cuervo y te sacarán los Ojos.”
* (San Antonio de los Baños, 1952) profesor e historiador, miembro del secretariado permanente de la Unión de Historiadores de Cuba.
Fuente: Cuba por siempre
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