(Por Fernando Buen Abad Domínguez*)
En el corazón mismo del crimen aberrante de Ayotzinapa contra 43 estudiantes normalistas, perpetrado el 26 de septiembre de 2014, florece una rebeldía que aún adolorida y sin haber podido secar sus lágrimas viene educándonos a todos sobre la importancia de la perseverancia, la claridad y la dirección política de las luchas. Eso es una victoria que nadie va a eclipsarnos. No aceptemos sublimaciones metafísicas sacadas de algún cuento judicial con hadas esparcidas sobre la resignación de corto plazo. La lucha de y por los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, de y por sus padres y compañeros, es la escuela de la vida, lo que la vida enseña en su clave mayor que es la clave de la lucha en fase revolucionaria. Un gran triunfo que es concreto y objetivo en los brazos, los corazones y las cabezas de esos padres y esos compañeros que no han bajado la guardia ni un minuto… ni un instante.
Es una gran victoria de la lucha que no ha sido arrasada por las aplanadoras mediáticas financiadas desde las oligarquías, que no ha sido devorada por el olvido y que no ha sido ahogada en los océanos de saliva fétida de “señoritos” y los “señorones” “funcionarios”, “empresarios”, “periodistas” y “militares”. Una victoria inconclusa pero no por eso menos victoria. Un paso crucial de la resistencia y de la dirección política que, con sus debates y sus diferencias, avanza firme contra los responsables del crimen y que no se deja enturbiar las batallas ni por el fuego enemigo ni por el fuego amigo. Los arribistas y los oportunistas también han sido derrotados, uno tras el otro, y todos esos que se suponen “representantes” de la lucha de Ayotzinapa, autonombrados por su voluntarismo o por su sed de cámaras y micrófonos, han venido derrumbándose uno a uno. ¡Que gran victoria!.
Un año después, a pesar de las argucias y las ofensivas ideadas por los aparatos de guerra ideológica, disfrazados de “medios de comunicación”, un mundo entero clama por justicia y señala al Estado como responsable del asesinato y desaparición de 43 estudiantes mexicanos. Un año después el mundo entero pide el esclarecimiento a fondo, caiga quien caiga, pregunta ¿dónde están los normalistas? y organiza manifestaciones populares en cada rincón del planeta. Un año después ni con todo su poder, ni con todas sus canalladas los mafiosos que tienen secuestrado a México han podido silenciar el grito que exige justicia con el argumento revolucionario poderoso desde Ayotzinapa. Los 43 de Ayotzinapa no han podido ser derrotados por las trampas añejas ensayadas sistemáticamente contra toda expresión de rebelión y contra toda voluntad de cambios. ¡Un año después!.
Aunque se vive en México un clima político irrespirable impuesto durante años, lustros y décadas; aunque no cesa eso macabro que se multiplica en un país secuestrado sanguinariamente por el neoliberalismo; aunque estamos hundidos en una criminalidad monstruosa; aunque reina en algunos sectores un clima de impotencia y desesperación… la lucha de Ayotzinapa logra trascender la ira para volverse organización y movilización de largo plazo. No sólo se trata de “resistencia” se trata de una lucha contra todas las “instituciones” de la burguesía, contra todos los partidos políticos serviles al capitalismo, contra el sistema judicial corrupto en su totalidad y contra las maquinarias mediáticas que son protagonistas patológicas de la criminalización y la calumnia a destajo. Ese papel de la lucha por Ayotzinapa, en un escenario tan adverso, es una victoria extraordinaria. Una gran victoria.
Hoy más que nunca se requiere un frente único de todas las organizaciones sociales, es decir de los estudiantes en huelga unidos con los maestros, unidos con los grupos de autodefensa, unidos con las bases del MORENA, unidos con los sindicatos, con la clase trabajadora. Porque es necesario dinamizar todas las victorias que viene logrando la lucha por Ayotzinapa para acompañar (nunca suplantar ni desplazar) a quienes la sostienen en todo el planeta y que, hoy por hoy, pueden hacer un llamado histórico rumbo a un frente por la unidad porque sólo el pueblo salva al pueblo si está organizado con un programa emancipador de verdad.
La lucha de Ayotzinapa y por los 43 es una victoria que está rompiendo los prejuicios “anti-políticos” y está pariendo una revolución semántica en manos de esos jóvenes inspirados en una política revolucionaria a su vez inspirada en las conquistas históricas que se ganó, hace muy poco, el pueblo de México con la Revolución de 1910. Una victoria en verdad distinta y libre que se hace herramienta de lucha contra todas las formas de la vieja política agria y sangrienta que nos impuso en México el capitalismo con sus peleles. Una victoria impulsada por los jóvenes para superar a la crisis de dirección revolucionaria que aqueja a la humanidad entera. Victoria de la lucha desde Ayotzinapa y para el mundo capaz de expresar una explosión de propuestas dirigidas por consenso y llamando siempre a otros grupos para que se unan y sean también el movimiento revolucionario que va triunfando. Con sus pies y a su paso.
Esta victoria de quienes luchan -desde, con, hacia- Ayotzinapa, ha puesto al gobierno y al empresariado que lo apoya bajo una presión popular muy poderosa. Se logrará una solución, tarde o temprano si el programa se profundiza en el caso de Ayotzinapa (y a muchos otros casos). Eso es una victoria, parcial sí pero victoria siempre, que es homenaje a los caídos y a los desaparecidos tanto como a los que están en pie y movilizados planetariamente. Victoria nueva, fresca y correcta, capaz de eludir las provocaciones, los prejuicios y las infiltraciones, por lo inmediato y por lo mediato. Victoria de organización con ideas políticas de nuevo género capaces de entender a fondo los problemas y anhelos de la juventud para frenar a todo lo que ataca a nuestro pueblo. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
* Dr. Fernando Buen Abad Domínguez, Universidad de la Filosofía,
http://fbuenabad.blogspot.com/, http://filmimagen.blogspot.com/,
http://universidaddelafilosofia.blogspot.com/, http://paper.li/FBuenAbad/1315843074,
Fuente: Alai – América Latina en movimiento
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