(Por Félix Edmundo Díaz / La mala palabra)
Sin tratar de ser tremendista y mucho menos adulador, la visita de SS Francisco a Cuba tuvo el efecto de un sismo. Esa es la primera impresión que me quedó, tras el despegue de la aeronave de Alitalia que llevaría al Santo Padre a Estados Unidos.
Cada quien hizo sus conjeturas de lo que pasaría, de los temas que hablaría y en los términos que ello tendría lugar, pero pienso que pocos, incluido su servidor de ustedes que no de Dios, fuimos capaces de imaginar que tamaña autoridad y prestigio, dado el cargo que ostenta y la consecuencia en el verbo y acción demostrados, pudiera descender con esa sencillez terrenal para comunicarse con todos.
Y no es que el cubano no esté acostumbrado al método, porque personalmente pienso que Nuestro Padre Fidel un poco que nos malacostumbró, debido a que era él quien tenía que explicarlo todo, tocarlo todo y atenderlo todo, lástima que no supimos corresponder a ese amor, pasión y dedicación con todas las fuerzas del alma, quizá, por pensar que siempre lo tendríamos ahí, por suerte aún lo tenemos y añoramos sus reflexiones y nos ponemos incómodos cuando no se le menciona, y se nos ilumina la vida cuando una cámara autorizada nos regala una instantánea suya y comenzamos deleitarnos con ‘se le ve muy bien’, ‘me gustaba más como se peinaba antes’, ‘está clarito’… y si, antes y después de las imágenes, escuchamos palabras de respeto y elogio de SS Francisco hacia el Comandante en Jefe, entonces la alegría se vuelve duradera.
SS Francisco le habló al pueblo como un padre, sí en minúscula, porque impresionaba en todo momento más familiar que doctrinal, lo que logró el milagro de acercarlo a todos.
En la capital de todos los cubanos, sus residentes y visitantes se agolparon durante el fin de semana para rendirle sus respetos, en Holguín, ‘milagrosamente’, llovió, y en Santiago de Cuba ‘tembló la tierra’, todos estos eventos reales o imaginados (no he escuchado reporte de movimiento sísmico en Oriente) son reflejos de las simpatías que se granjeó el Santo Padre en su viaje por Cuba.
Por todo ello, considero que el saldo de la visita papal fue en extremo positivo y no creo que ello esté determinado porque, tras su visita, se hayan incrementado en número los compatriotas que, haciendo uso de sus derechos a la libertad de creencias y cultos, asumieran la fe en Dios, lo que no implica que, en la práctica, la Iglesia Católica cubana pueda haber incrementado en dígitos las filas de sus feligreses.
De lo que no tengo dudas es que SS Francisco se ganó el corazón de millones de cubanos, incluidos los más escépticos, aquellos que pudieran ser considerados ‘ateos fundamentalistas’ y es que su personalidad y conducta provocan cercanía, cariño y entendimiento.
Desgraciadamente su visita fue breve, pero más desgraciadamente todavía tuvimos que soportar que unos pocos desgraciados, que serán ‘ovejas del rebaño’ para Dios y el Santo Padre, pero que para mí (no incluiré a los millones que piensan similar), solo son unos cerdos en todo el sentido de la palabra, incluido el etimológico, tratasen de empañar el evento de lo que solo resultó que salieran trasquilados.
No puedo imaginar la quemazón interna que los caldos de bilis debieron provocarles a estos iniciados católicos (siempre mercenarios) devenidos después en acérrimos críticos del Santo Padre, cuando no pudieron evitar escuchar (varias veces) a SS Francisco salirse del texto para estimular a Raúl a que continuara la obra que venía haciendo, vaya que, sin que me asalten ánimos de traductor, solo podía referirse a la Revolución de justicia, amor, solidaridad y entrega que venimos construyendo desde hace 57 años.
Es cierto que algunos esperaron que SS Francisco hiciera una alusión explícita condenando el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, pero he llegado a preguntarme si ello era necesario, pues es un hecho que, en reiteradas oportunidades, ha expresado su condena al bloqueo (con todas sus palabras) por cuanto de criminal e inhumano implica para nuestro país.
Ya anunció que no iba a intervenir en el Congreso de Estados Unidos sobre el tema bloqueo a Cuba, lo que no descarta que se salga del texto (como acostumbra a hacer) y ‘le pegue la pelota al bateador’, también debemos entender que nadie llega a monasterio ajeno con sus reglas, algo que el Papa Francisco conoce bien.
En resumen, la visita de SS Francisco provocó un sismo en Cuba y durante algún tiempo estaremos sintiendo sus réplicas.
Fuente: La mala palabra / Foto: CubaMinRex
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