(Por Elisabetta Piqué)
En el primer discurso de su viaje a África, el Papa fue ayer directo al punto: “La experiencia demuestra que la violencia, los conflictos y el terrorismo, que se alimenta del miedo, la desconfianza y la desesperación, nacen de la pobreza y la frustración”. Esta gira está considerada la más peligrosa de su pontificado, ya que después de Kenia irá a Uganda y a la República Centroafricana, desgarrada por una cruenta guerra civil.
Con esa fuerte advertencia, Francisco llegó a esta ciudad militarizada como nunca por temor a un atentado. Y agregó que “en última instancia, la lucha contra estos enemigos de la paz y de la prosperidad debe ser llevada a cabo por hombres y mujeres” que creen en ellas sin temor.
Consciente de que su primer viaje a un continente castigado por la pobreza, las tensiones religiosas y los extremismos ocurre en un momento caótico del planeta, llamó a trabajar por la paz.
“En la medida en que nuestras sociedades experimentan divisiones, ya sea étnicas, religiosas o económicas, todos los hombres y mujeres de buena voluntad están llamados a trabajar por la reconciliación y la paz, el perdón y la sanación”, dijo, hablando en inglés, en un encuentro con las autoridades del país y el cuerpo diplomático en el palacio presidencial de esta capital, donde tuvo lugar una ceremonia de bienvenida con himnos, honores militares y saludo con 21 salvas de cañón.
“La tarea de construir un orden democrático sólido, de fortalecer la cohesión y la integración y la tolerancia y el respeto de los demás está orientada primordialmente a la búsqueda del bien común”, agregó.
Lo escuchaba atentamente el presidente Uruh Kenyatta, hijo de Jomo Kenyatta, “padre de la nación” y primer presidente de la historia de Kenya, ex colonia británica que logró independizarse en 1963. Con 45 millones de habitantes, la mayoría cristianos y entre ellos el 32% católicos, Kenia, paraíso del turismo de los safaris, es considerado uno de los países más pujantes y estables de esta zona centro-oriental de África. Pero con varias asignaturas pendientes.
Entre ellas, la enorme brecha entre ricos y pobres, el extremismo de grupos fundamentalistas islámicos -que en abril pasado, en un atentado a una universidad cristiana de Garissa, provocaron más muertos que en París- y el cáncer de la corrupción.
Tras culpar al colonialismo de haber provocado fronteras artificiales y divisiones religiosas y étnicas en África, el presidente también admitió que, debido a la tensión reinante entre las diversas comunidades, etnias y religiones, “ahora la prioridad debe ser el diálogo entre los credos y entre nosotros”.
Luego de elogiar la labor que hace la Iglesia Católica en el campo educativo -”yo también fui beneficiario de educación católica”-, el mandatario concluyó, “copiando” al Papa: “Le pido que rece por mí y le pido que rece por Kenya”.
Kenyatta, cristiano, recibió al Papa al pie de la escalerilla del avión que lo trajo hasta aquí después de un vuelo de siete horas desde Roma. Cuando Francisco apareció desde la puerta del avión, música autóctona y danzas tradicionales le dieron una primera gran bienvenida a un continente que el ex arzobispo de Buenos Aires jamás había pisado.
Para la ocasión, esta capital, que, con más de 4,5 millones de habitantes, es la ciudad más grande de África oriental, estaba decorada con banderas del Vaticano y de Kenia y enormes pancartas que decían “Karibu [bienvenido] Pope Francis”.
Nairobi, una ciudad normalmente caótica, con grandes rascacielos en su distrito económico, así como decenas de villas miseria, parecía en estado de sitio en las zonas por donde pasó la caravana papal.
Cientos de personas se agolparon allí para saludar al huésped ilustre, celular en mano, mientras el tradicional ulular de júbilo de las mujeres, algunas de las cuales llevaban sobre sus espaldas bebes, dominaba la bienvenida.
Más tarde, durante su discurso en el palacio presidencial, el Papa elogió al país y conquistó a los presentes con una mención en swahili, la lengua local. “¡Mungu abariki Kenya! [¡Que Dios bendiga Kenia!]“, pidió Francisco.
Palabras del Papa a su llegada a Kenia
Existe una clara relación entre la protección de la naturaleza y la construcción de un orden social justo y equitativo. No puede haber una renovación de nuestra relación con la naturaleza, sin una renovación de la humanidad misma (cf. Laudato si’, 118). En la medida en que nuestras sociedades experimentan divisiones, ya sea étnicas, religiosas o económicas, todos los hombres y mujeres de buena voluntad están llamados a trabajar por la reconciliación y la paz, el perdón y la sanación. La tarea de construir un orden democrático sólido, de fortalecer la cohesión y la integración, la tolerancia y el respeto por los demás, está orientada primordialmente a la búsqueda del bien común. La experiencia demuestra que la violencia, los conflictos y el terrorismo que se alimenta del miedo, la desconfianza y la desesperación nacen de la pobreza y la frustración. En última instancia, la lucha contra estos enemigos de la paz y la prosperidad debe ser llevada a cabo por hombres y mujeres que creen en ella sin temor, y dan testimonio creíble de los grandes valores espirituales y políticos que inspiraron el nacimiento de la nación.
Fuente: Noticias de América Latina
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