(Por Edmundo García / La tarde se mueve)
En el año 2008 el gobierno del presidente Rafael Correa, con el propósito de expandir la industria turística de Ecuador, liberalizó la entrada de visitantes a su país. Correa logró que prácticamente no se requiriera visado.
Facilitar la entrada a Ecuador se convirtió en una consigna de las autoridades ecuatorianas. En el sitio “El ciudadano”, que es la página oficial del Presidente Correa, aun se puede leer este inequívoco mensaje: “Menos papeles y menos trámites engorrosos… el Ministerio de Relaciones Exteriores mejoró el proceso para la obtención de una visa por parte de ciudadanos extranjeros.”
“Extranjeros” en general, no solamente cubanos.
Este es uno de los primeros mitos que hay que derribar. Es cierto que las relaciones entre Cuba y Ecuador son excelentes, y que existe una relación de colaboración muy intensa entre los dos países; pero eso no significa que Ecuador haya flexibilizado o dejado de exigir visado para facilitar la emigración cubana hacia ese país, y mucho menos para que sirviera como primera escala en un tránsito ilegal hacia Estados Unidos, para después provocar una crisis migratoria que pusiera en jaque público a la llamada ley de ajuste cubano, como algunos partidarios de la teoría de la conspiración han maquinado.
Lo que dicen los hechos es que los acuerdos migratorios entre Cuba y Ecuador, así como las medidas que cada país puede tomar en virtud de su soberanía, han sido cambiantes en los últimos años. Ya en el 2010 el gobierno de Ecuador aumentó el control sobre la llegada de cubanos y retiró la nacionalidad a unos 200 cubanos que la habían adquirido con irregularidades. La agencia EFE dice que en el 2013 Ecuador exigía el requisito de la carta de invitación; que posteriormente decidió retirar. Como se informó en su momento, actualmente los cubanos necesitan visas pata ingresar a Ecuador; pero tampoco es un trámite muy complicado, como ha informado la prensa cubana.
¿Por qué se produjo esa acumulación de emigrantes cubanos en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, y no, por ejemplo, entre Ecuador y Colombia, entre Colombia y Panamá, entre Panamá y Costa Rica? Yo no les digo que así sean las cosas, pero así creo que suceden.
El 19 de noviembre publiqué un artículo titulado “Mi consejo, regresen a Cuba”, donde ofrecí una primera respuesta a la anterior interrogante. Decía entonces: “Sobre lo que sucedió en esta ocasión provocando la aglomeración de emigrantes ilegales en la citada frontera, ofrece luz un editorial del periódico La Nación de Costa Rica, publicado este martes 17 de noviembre. El medio destaca en primer lugar que el tráfico humano a través del país ha alcanzado proporciones anteriormente desconocidas. Dice La Nación que ‘Hasta hace pocos días, el negocio se mantenía activo y nadie parecía percatarse, o prefería no hacerlo, de su enorme crecimiento’. Entre las causas de ese auge puede señalarse la ambición de los inescrupulosos traficantes, conocidos como coyotes; y la también creciente propaganda, hecha principalmente por la prensa de Miami, encaminada a atemorizar a los cubanos con que la Ley de Ajuste Cubano está a punto de ser abolida, por lo que deben apurarse quienes deseen emigrar al ‘paraíso terrenal’ de los Estados Unidos. Pero el editorial del periódico La Nación revela un dato fundamental, desatendido por los medios, que esclarece bastante la situación creada: ‘Bastó con que una de las más poderosas y eficientes bandas de coyotes fuera desarticulada en nuestro país (Costa Rica) para que el drama saliera a la superficie e hiciera crisis.’ Lo que puede concluirse de esta información es que al ser detenidos los traficantes, las operaciones ilegales abortaron temporalmente y los emigrantes cubanos quedaron a su suerte, varados y desorientados, en la parada costarricense de su ruta ilegal hacia los Estados Unidos. De otro modo podía estacionarse un grupo, dos, tres…; pero no ‘cientos’ o ‘miles” de personas.”
Hoy quiero agregar otros elementos, porque a lo mejor, casi seguro, las cosas así son. Desde que el 17 de diciembre del 2014 se anunció públicamente el inicio del complejo proceso de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, en Miami se han estado haciendo reuniones para hacerlo abortar, estancarlo o perjudicarlo de algún modo u otro.
Voy a poner tres ejemplos concretos. La derecha de Miami está jugando la carta electoral; quiere que en noviembre del 2016 gane la presidencia de Estados Unidos un candidato del partido Republicano; particularmente alguno de los que han prometido revertir el proceso de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y llegar a cerrar las embajadas, como son Jeb Bush o Marco Rubio. Aunque tampoco puede descartarse a Ted Cruz.
En segundo lugar, los extremistas de Miami han aumentado las campañas anticubanas alrededor de acciones provocativas de sus asalariados en Cuba, así como las invitaciones de esos mismos “disidentes” pagados a actividades dentro de Estados Unidos; todo con el fin de hacer creer a la opinión pública norteamericana, mediante calumnias, que la política del presidente Obama hacia Cuba es un error.
Además de la estrategia electoral y la propagandística, en Miami también se gestan planes operativos para crear una crisis que ponga en entredicho las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Una de las variantes es una confrontación territorial (en Guantánamo, en los límites marítimos y aéreos, o en el perímetro de las Embajadas), o migratoria. Las áreas de confrontación y sabotaje pueden ser diversas; como reveló recientemente Percy Alvarado, desde Miami se ha estado trabajando para que personas desesperadas ocupen la sede diplomática de Cuba en Costa Rica.
Costa Rica ha sido uno de los sitios donde se ha asentado parte de la vieja contrarrevolución y la presente. A esa nación centroamericana han ido a parar derechistas como Huber Matos Araluce (hijo del traidor Huber Matos), quien reconoció haber cometido fraude a los seguros médicos por más de tres millones de dólares, como dice el artículo “11 Admit Defrauding Medicare”, publicado por Tom Dubocq en The Miami Herald el 7 de enero de 1995. Matos Araluce es continuador de los planes anticubanos de la organización contrarrevolucionaria llamada Cuba Independiente y Democrática (CID), fundada por su padre.
Pero también, como informó Cubadebate el 7 de abril de 2014, “la operación ZunZuneo, una red ilegal financiada por el gobierno de EEUU contra Cuba… tenía su base en la nación tica (Costa Rica)… En Costa Rica se planeó el Proyecto (ZunZuneo) y se gestionó el lanzamiento de la red que enviaba mensajes a los ciudadanos cubanos”.
Así que Costa Rica se perfilaba como ideal para crear un explosivo bache en el flujo de emigrantes ilegales cubanos. Elección que sería complementada con la otra parte del plan: Nicaragua; un país que tiene como presidente a Daniel Ortega, quien se ha ganado la mayor hostilidad de la derecha miamense. Así que el escenario estaba creado, ¿quién sería entonces la figura dentro de Costa Rica, dentro de la política de ese país, que se dejaría seducir para una provocación como la conocida en los últimos meses?
A lo mejor así no son las cosas, pero creo que así son y así las escribo. Considero, en lo personal, que el presidente de Costa Rica Luis Guillermo Solís es una persona de buena voluntad. Llego hasta aquí. Pero no puedo decir lo mismo (e insisto que esto es en lo personal) del actual canciller Manuel González. Aunque después ha tenido posiciones más responsables, al principio de esta crisis el canciller González se mostró demasiado apresurado con la conversión en un problema político, bajo fachada “humanitaria”, de lo que era un problema migratorio que comprometía la soberanía de dos países. Particularmente de Nicaragua, a la que se trató de calumniar en la prensa por negarse a permanecer indiferente ante la imposición por un país extranjero del rol de puente de la emigración ilegal.
Es curioso que haya sido precisamente el canciller costarricense Manuel González el pionero en vincular el problema de los emigrantes ilegales con el diferendo fronterizo que tienen Costa Rica y Nicaragua desde hace tiempo; agudizado ahora tras los planes nicaragüenses de hacer un canal interoceánico.
En un artículo publicado por Esteban Arrieta en el periódico costarricense La República el martes 17 de noviembre, se citan declaraciones del canciller González que pasan la cuenta a Nicaragua por la lamentable situación creada. Dijo González en franco desafío a las autoridades nicaragüenses: “No hay razón para explicar por qué Ortega envió a decenas de militares el domingo a la frontera con Peñas Blancas, cuando estamos frente a un asunto eminentemente humanitario.”
Por supuesto que sí había razones: el respeto a la soberanía nacional nicaragüense; derecho que luego fue unánimemente reconocido, incluso de hecho por la propia Costa Rica, al exigirle a Panamá que no podía seguir dando paso a emigrantes cubanos hacia su territorio.
En el momento en que estamos, terminando este año 2015 y a la espera de una reunión este lunes 28 de diciembre que ojalá tuviera algo que aportar, estos son los escenarios que veo: Estados Unidos hará la vista gorda si los emigrantes cubanos llegan por tierra a su frontera, pero no pondrá aviones para que lleguen a su territorio como aspirantes a la llamada ley de ajuste cubano. Belice dijo no, y de paso aclaró que no tendría más reuniones de gobierno hasta empezado el 2016. Guatemala se niega a recibir por tierra; y en cualquier caso, no es una prioridad del nuevo presidente Jimmy Morales el problema de los emigrantes cubanos. México dijo que podría aceptar el paso terrestre de los emigrantes cubanos, pero tampoco lo ha refrendado en ningún documento o compromiso formal.
Nicaragua sigue manteniendo su negativa y Costa Rica, según una nota de EFE publicada este sábado 26 de diciembre, anuncia que deportará a 56 cubanos: “La Dirección de Migración y Extranjería de Costa Rica indicó este sábado que un total de 56 cubanos que entraron ilegalmente al país serán deportados en los próximos días.”
No sé si así son las cosas, pero creo que así pueden ser. Algunos emigrantes cubanos se han empezado a integrar en las zonas donde están estancados. Un médico presta servicios, un maestro enseña y otro construye en esas zonas fronterizas olvidadas por la implantación de políticas neoliberales. A lo mejor Costa Rica puede dar visados largos o residencia permanente y asimilarlos, aprovechando los talentos profesionales que la Revolución Cubana formó gratuitamente. Quizás otros decidan regresar a Cuba y esperar un tiempo a que la Embajada de Estados Unidos en La Habana les otorgue visas para viajar legalmente y aplicar para la llamada ley de ajuste cubano. Si es que para entonces esta norma existe.
No digo que así serán las cosas. Solo pienso que así pueden ser. Así creo que son.
Fuente: La tarde se mueve
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