A casi un año del primer paso en la normalización de las relaciones entre Cuba y EE.UU. queda mucho por lograr en las negociaciones referidas a los derechos humanos…
(Por José Armando Fernández Salazar / Cubahora)
Si la normalización de las relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Cuba es un camino complejo y no exento de desencuentros, uno de sus segmentos más difíciles transita por el diálogo respecto a los derechos humanos. Sin embargo, ambas partes han declarado la disposición de encontrar puntos en común para avanzar en la construcción de una relación de respeto mutuo y convivencia.
La Habana y Washington tienen diferentes enfoques en este tema, sobre todo en las percepciones y el balance entre los derechos civiles y políticos y los económicos, sociales y culturales.
Además de ello, casi desde el propio triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno norteamericano politizó este aspecto y lo convirtió en una de las avanzadas en su campaña de descrédito internacional contra la isla.
Lejos de evadir esta zona de divergencias, ambos países la abordaron desde el inicio de las rondas de negociaciones, y en marzo de 2015, la capital estadounidense acogió una mesa de diálogo entre representantes oficiales de ambas naciones, referida exclusivamente a los derechos humanos, aunque en este caso el encuentro se limitó a establecer metodologías para futuros intercambios.
En aquella oportunidad la parte norteamericana no declaró su postura en la ronda diplomática, aunque con anterioridad el gobierno ha señalado su preocupación por aspectos como la libertad de expresión y los derechos civiles.
La representación cubana, por su parte, sí se refirió a su interés por establecer el diálogo sobre temas preocupantes como las manifestaciones de brutalidad policial como un patrón discriminatorio en los EE. UU. y los excesos y abusos que se cometen bajo la bandera de la lucha contra el terrorismo.
Ante el proyecto de establecer vínculos de cooperación en materia de derechos humanos, Cuba puede aportar sus experiencias y resultados en los programas de salud y educación, los que no constituyen solo una conquista nacional, sino que se han extendido a más de una treintena de países en vías de desarrollo.
Todo ello bajo el asedio del bloqueo económico, comercial y financiero que desde hace más de 55 años le impone el gobierno norteamericano al pueblo cubano. Este mecanismo extraterritorial es uno de los principales obstáculos al pleno acceso a sus derechos de los habitantes de la nación caribeña, porque el conjunto de leyes que lo sustentan impone restricciones a la salud, la educación y al desarrollo de los cubanos.
Hacia adentro de la Unión, el bloqueo también cercena las libertades de los norteamericanos quienes tienen limitaciones para viajar a la isla o comerciar con ella.
Aunque el tema de los derechos humanos es solo uno de los variopintos temas puestos sobre la mesa de negociaciones entre Cuba y EE. UU., por su esencia estará presente en la mayoría de los debates.
En este ámbito se pone en evidencia la raíz ideológica que ha signado durante siglos el diferendo histórico entre ambas naciones, y que tiene que ver con concepciones tan importantes, que en este caso resultan diametralmente opuestas, como lo que se entiende por democracia, sistema político, libertad y cuáles son los límites diplomáticos para no interferir en los asuntos internos de otro país.
El ánimo de ambas partes por dialogar y alcanzar un consenso lanza al mundo un mensaje muy positivo sobre la necesidad del respeto a las diferencias y la viabilidad de llegar a acuerdos sobre la base de la negociación civilizada.
A casi un año del primer paso en la normalización de las relaciones entre Cuba y EE. UU. queda mucho por lograr en las negociaciones referidas a los derechos humanos; sin embargo, ya pudiera hablarse de un punto de comunión, el reconocimiento a que ambos pueblos vecinos tienen el derecho a una convivencia respetuosa y de beneficio mutuo.
Fuente: Cubahora
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