(Por José Manzaneda *)
El Gobierno cubano anunciaba, hace unos días, que parte de su personal médico deberá, a partir de ahora, solicitar permiso en su centro de trabajo si desea viajar fuera del país (1). La medida afecta solo al personal especialista, que deberá adaptar sus salidas a la cobertura de las necesidades de salud de la población que atiende. La causa: los problemas organizativos en el sistema público de salud debido a la emigración de profesionales (2).
La medida estaba prevista ya en un decreto de 2012, que no se venía aplicando (3). La decisión plantea un dilema entre el derecho a la salud de la población y el derecho individual a la movilidad de estos médicos. Cuál debe prevalecer es un debate de carácter ideológico, sobre el que los grandes medios esconden información esencial. Repasemos.
La decisión de La Habana fue tomada tras la reunión del pasado 30 de noviembre entre los Gobiernos de Cuba y EEUU (4). Cuba exigió allí la derogación de las leyes y programas de la Casa Blanca que convierten la emigración cubana en un arma de guerra. Por un lado, la Ley de Ajuste Cubano que privilegia a los cubanos y cubanas que llegan por cualquier vía a territorio estadounidense, otorgándoles asilo, residencia y ventajas sociales (5); y, por otro, el programa “Cuban Medical Professional Parole”, que aplica semejantes ventajas –en exclusiva- al personal sanitario de Cuba (6).
Dado que en dicha reunión la delegación de EEUU se negó, una vez más, a derogar estos programas, el Gobierno de la Isla decidió implementar el citado control de salidas.
Recordemos que Cuba es un país del Tercer Mundo, pobre en recursos y bloqueado por la mayor potencia económica del planeta. Paradójicamente, la formación, de manera gratuita, durante años, de centenares de miles de profesionales sanitarios, constituye hoy su mayor fortaleza social… y también económica.
El sistema cubano de salud pública, universal y gratuita es, según Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud, “un modelo (…) (y) ejemplo para otras naciones” del Sur (7). Es una opinión refrendada por Carissa F. Etienne, directora general de la Organización Panamericana de la Salud (8).
Logros como ser la primera nación en eliminar la trasmisión materno-infantil del VIH-SIDA (9); haber logrado el mayor porcentaje mundial de médicos por cada mil habitantes (10) y la menor mortalidad infantil de América -incluyendo Canadá– (11); o haber hecho accesible a la población medicamentos de vanguardia como la vacuna cubana contra el cáncer de pulmón avanzado, son algunos ejemplos de este éxito (12).
El modelo sanitario cubano se completa con una decidida acción exterior solidaria, reconocida también por Naciones Unidas como un paradigma de cooperación Sur-Sur (13). Algunos ejemplos: más de 50.000 médicos cooperantes en 67 naciones (14); más de 4 millones de personas sin recursos de Latinoamérica o África operadas gratuitamente de la visión en la llamada Operación Milagro (15); 24.500 médicos generales integrales de 83 naciones graduados en la Escuela Latinoamericana de Medicina (16); o miles de vidas salvadas por la Brigada Henry Reeve, especializada en Desastres y Graves Epidemias, en intervenciones memorables como la que hizo frente al ébola en África Occidental (17) o al cólera en Haití (18).
Recordemos que este contingente Henry Reeve nació en 2005 (19), como una propuesta de ayuda médica a EEUU, tras el huracán Katrina (20). El ofrecimiento de Cuba fue rechazado entonces por el Presidente George W. Bush que, al año siguiente aprobó el programa “Cuban Medical Professional Parole”, destinado a destruir –precisamente- las iniciativas de solidaridad médica de Cuba (21). A partir de ese año, cualquier cooperante médico cubano puede acogerse al asilo político automático en EEUU.
El programa –que la administración Obama sigue aplicando- golpea a Cuba de varias formas: una, afectando al sistema de salud de la Isla, al que sustrae personal altamente capacitado y formado gratuitamente durante años (22); dos, dañando la cooperación cubana con otros países del Sur, con cuyos gobiernos La Habana ha establecido sólidas alianzas políticas, económicas y diplomáticas (23); tres, torpedeando una importante fuente de ingresos para Cuba, ya que algunos países con recursos pagan por estos servicios médicos y financian de este modo el sistema público en la Isla (24); y, por último, ensuciando la imagen del Gobierno cubano, gracias a la complicidad de los medios internacionales que, mientras silencian su ejemplo solidario, magnifican los abandonos de sus cooperantes (25).
Hemos hecho un pequeño repaso de algunos aspectos que silencia el sistema de propaganda mediática, esenciales para analizar la decisión de La Habana de regular las salidas de sus médicos especialistas. Una información imprescindible para poder dar una opinión más razonada al dilema (ideológico) entre el derecho a la salud de la población cubana y el derecho individual de algunos médicos afectados.
Ahora viene la pregunta: ¿cuál de ellos debe prevalecer?
* Coordinador de Cubainformación
Fuente: La pupila insomne
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