(Por Mempo Giardinelli)
Para la prensa dominante, es decir los mentimedios, el papelón Bevacqua-Indec mereció más espacio que un montón de temas trascendentes. La supuesta “garante de la transparencia” fue corrida en menos de tres meses por la irrefrenable inflación desatada por el macrismo. Que no quiere reconocerla aunque es el nuevo desvelo de esta especie de Jerzy Gardiner que pasea su perrito por el jardín y después lo sienta en el sillón de Rivadavia mientras muchos contentos, cuyo número adelgaza ostensiblemente, lo aplauden felices y gozando quién sabe qué revanchas. Fascinados por las persecuciones mediáticas contra kirchneristas relevantes como Aníbal Fernández, Juan Manzur o Amado Boudou por parte de jueces macristas que hasta ayer nomás cautelarizaban todo y ahora imputan o procesan sin más pruebas que artículos en los llamados “grandes diarios”, ahora esperan que el Sr. Stiuso (de nuevo en el país, al que entró como Pancho por su casa, igual que cuando se fugó) seguramente “denunciará” a la ex presidenta siguiendo el libreto que él mismo y sus secuaces de la vieja SIDE le habían escrito al malhadado fiscal Nisman. También celebran la colocación forzada del Sr. Tonelli en el Consejo de la Magistratura, mientras esperan que la Corte Suprema se amplíe irregularmente con dos candidatos parciales y de dudosa cualificación jurídica y quizás moral, a la vez que siguen gozando porque en Jujuy el juez Gastón Mercau mantiene a Milagro Sala encarcelada sin más razón que estar “imputada por dos delitos: tumulto e instigación a cometer delitos”. Con lo que a Sala se le aplica pena sin condena, algo que ni la Justicia Federal impone a los que cometieron genocidio y crímenes de lesa humanidad. Todo lo cual señala algo tan simple como tenebroso para la democracia: ya no hay Estado de Derecho cuando los ciudadanos, todos, cualquiera de nosotros, quedamos expuestos al arbitrio de cualquier cretino con poder. Y arbitrio en la tercera acepción del DRAE: “Voluntad no gobernada por la razón, sino por apetito o capricho”. Estamos asistiendo al arrasamiento de las formas jurídicas, y al abuso perverso del sistema judicial para perfeccionar la sumisión de la Constitución y las leyes a la voluntad del poder político y económico gobernante. Esto no sucedía con el gobierno anterior. Y acaso por eso Estela de Carlotto dijo, con el implacable sentido común que la llevó a ser mujer universalmente emblemática de los derechos humanos: “Macri es el presidente, no el dueño del país; tiene más obligaciones que derechos”. En la emergencia, y al menos en materia de derechos humanos, esta columna cree que nos enfrentamos a lo que en filosofía se llama un dilema trágico, es decir aquella situación en la que hay que elegir entre dos opciones igualmente malas, de modo que cualquier decisión que se tome arrojará malos resultados. Y es que dentro de un mes, el jueves 24 de marzo, al cumplirse 40 años del golpe cívico-militar-eclesiástico-empresarial que desató la más feroz dictadura de la historia argentina, en la ex ESMA, lugar emblemático y sede simbólica de la Memoria, la Verdad y la Justicia como vías democráticas de reparación, en ese lugar y de visita por sus cámaras de tortura, van a pasear los presidentes Mauricio Macri y Barack Obama. Al cierre de esta nota es prematuro saber si Madres y Abuelas de Plaza de Mayo van a ser invitadas a acompañarlos. Es posible que eso suceda esta misma semana, ahora que finalmente y después de inexplicables elusiones han sido invitadas al despacho presidencial para un diálogo, se anuncia, “a agenda abierta”. El destrato a los organismos se perfeccionó con la negativa del Sr. Macri a recibirlas por problemas de agenda, los que sin embargo no tuvo para cenar largamente con los Rolling Stones y para otras actividades aún más frívolas. Pero aún si el Sr. Macri tuviese ahora la remota intención de disculparse por haber declarado que “los derechos humanos son un curro”, o bien si sólo se quisiera acallar –ese imposible– las voces de mayor peso moral de este país, ahora el dilema es trágico no por eso sino por otras dudas. A saber: ¿Si son invitadas, por caso, Hebe y Estela, deben ir a ese recorrido detrás de los presidentes mencionados? ¿Deben ir en silencio y sólo hablar afuera y al final del paseo? ¿Se les permitirá el uso de sus pañuelos, llevar fotos y pancartas de hijos y nietos? Y peor aún: ¿tendrán que mantener el silencio, la calma y la mesura cuando ambos presidentes se autofeliciten como campeones de los derechos humanos y pronuncien discursos, en plena ex ESMA, en los que condenarán a Venezuela y su tragedia, pero no dirán ni una palabra de Guantánamo, Siria, Libia, Irak, Afganistán y Kosovo por lo menos? ¿O deben declinar la invitación, aun sabiendo que ese rechazo será maliciosamente interpretado por la prensa? Y, en tal caso y dado que seguramente el 24 de marzo habría en este país dos plazas y no sólo en Buenos Aires sino en todas las provincias, ¿cómo habremos de manifestarnos los millares de ciudadanos y ciudadanas para quienes los derechos humanos son el sentido ético más profundo de la democracia que la sociedad argentina viene recuperando desde 1983? ¿Cómo, cuando la ministra de Seguridad amenaza con dar “cinco minutos y luego se procederá al desalojo”? Y en caso contrario, si no son invitadas: ¿Hay que exigir que se las invite? ¿Hay que aceptar que el Sr. Avruj sea ahora el representante de una historia y una lucha ejemplares de 40 años, ante el mundo? ¿Tiene sentido negociar todo esto con un Presidente que parece capaz de humillaciones seriales? El antecedente inmediato es muy grave, aunque la prensa mundial lo ocultó: el pasado jueves 18 las Madres de Plaza de Mayo fueron provocadas al iniciar su ronda habitual, cuando efectivos de la Policía Federal intentaron condicionar y de hecho impedir la tradicional ronda. Sólo en la dictadura pasó algo así.
Fuente: Página/12 / Foto: ES Fotografía
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