Argentina y el TPP: abrirse al mundo, caer al abismo

(Por Micaela Ryan y Fernando Vicente Prieto)

En los albores del Bicentenario de la Independencia, Argentina tiene un presidente cuya inclinación ideológica y política enfatiza que el país debe “abrirse al mundo”, un eufemismo que remite al reforzamiento de lazos de dependencia comercial y financiera con los centros económicos internacionales del norte: Estados Unidos y la Unión Europea.

Los primeros pasos dados por Macri en el terreno internacional se inscriben abiertamente en esta dirección. Bajo esta premisa, el presidente argentino viajó a Paraguay para participar de la Cumbre del Mercosur que se realizó el pasado 21 de diciembre. En su estrategia inicial de “apertura”, Macri buscaba erigirse en conductor de un Mercosur que, frente a las adversidades económicas que enfrenta la región y en particular Brasil, cedería ante los cantos de sirena: un viraje hacia el flamante Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés).

El TPP, denominado como una “farsa” por el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, fue acordado a fines de octubre de 2015 por once países del Pacífico: Australia, Nueva Zelanda, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam. La concreción del Acuerdo se realizará el 4 de febrero de 2016 en Nueva Zelanda, cuando se incorporará la firma de todos los países miembro que representan el 36% del PIB mundial y el 25% del valor de las importaciones y exportaciones mundiales. El mismo deberá ser ratificado por los Parlamentos de cada país que lo integre. Este proceso, que puede durar dos años, atravesará el período de elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Los tres países firmantes de América Latina integran la Alianza del Pacífico y fueron enérgicos promotores del TPP, al mismo tiempo que fueron escenario de masivas movilizaciones populares en su rechazo durante todo el mes de enero de 2016.

Según Stiglitz, la farsa radica en que no se trata de un acuerdo de libre comercio, sino que apunta a “la administración del comercio mundial” por parte de las corporaciones transnacionales más grandes, concentrando aún más la economía y generando grandes masas de expulsados del mercado laboral, es decir, un aumento exorbitante del desempleo.

Este acuerdo se mantiene bajo una cláusula de confidencialidad en el que todos los países miembros deben mantener silencio sobre el mismo por un plazo de cinco años desde su firma. Por esta razón, el TPP atraviesa los medios de comunicación como una sombra, de la que se conoce su existencia pero poco se habla.

Wikileaks, no obstante, filtró el capítulo del Tratado sobre Propiedad Intelectual que otorga el total control de las patentes a las farmacéuticas, prohibiendo el desarrollo científico y el avance de la industria en los países miembros que no cuenten con el aval de las multinacionales. La incorporación de la cláusula ISDS establece el arbitraje privado como método de resolución de conflictos entre Estados y corporaciones por expectativas de ganancias defraudadas, sin intervención de Parlamentos u otros poderes institucionales.

Negocios en Davos

La revancha de Macri fue el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, realizado entre el 20 y el 23 de enero de 2016. Tras el revés recibido en Paraguay, el presidente argentino definió avanzar en sus objetivos aún sin poder traccionar al Mercosur. Su “caballito de batalla”, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, manifestó, horas antes de viajar a Europa: “Los objetivos de la Argentina en Davos son recordarle al mundo que existimos, y me parece que hubo una política explícita del kirchnerismo de rodearse de tres o cuatro amigos que no eran los amigos históricos de la Argentina como Venezuela, Irán y Rusia y diferenciarse del resto del mundo, fundamentalmente de los amigos más cercanos como Francia, Italia, España y los EEUU”.

La extensa delegación presidencial que acompañó a Macri apuntó a objetivos muy concretos: recuperar la confianza del Fondo Monetario Internacional (FMI) y atraer inversiones para generar un piso de solvencia frente a un 2016 que viene signado por la recesión y la crisis económica, -en parte, producto de sus cambios en este plano- y reiterar públicamente el interés del gobierno argentino por ingresar al TPP.

Hubo una reunión más silenciosa: la que mantuvo la canciller, Susana Malcorra, con el secretario de estado de los Estados Unidos, John Kerry. El tema central fue el mercado energético y el lugar que Argentina puede ocupar allí. Malcorra sugirió la participación del presidente Macri en la “Cumbre sobre Seguridad Nuclear” a realizarse el próximo 31 de marzo y 1 de abril en Washington. Ocasión perfecta, según su perspectiva, para lograr la ansiada foto de Macri agitando manos con Obama en el Salón Oval.

Aunque Kerry no se mostró muy entusiasmado, la posibilidad de generar acuerdos comerciales en materia energética dinamizó la posibilidad de este encuentro. Al respecto, Malcorra señaló: “Cuando hablamos de cambio climático hablamos de energías renovables y, allí, el secretario se enteró del enorme potencial que tiene Argentina”. La visita a Buenos Aires de Kristie Kenney, principal asesora de Kerry, el 3 de febrero, es una señal en este camino de intereses comunes.

Finalizado el evento, el pasado 24 de enero, el periódico La Nación publicó un artículo de opinión titulado: “Volver al mundo, una tarea ineludible”, firmado por Luis Miguel Etchevere, presidente de la Sociedad Rural Argentina. Con elogios a la política presidencial en Davos, Etchevere enfatizó en la necesidad urgente de que Argentina ingrese al TPP.

“Este tratado también deja en evidencia al Mercosur respecto de la demora en la conclusión del acuerdo con la Unión Europea. Para dimensionar lo que significa el abandono de los mercados, podemos contrastar con el caso de Chile (que forma parte del TPP), cuyos vinos entran al mercado europeo con arancel 0 expresado en euros/hectolitros. Mientras tanto, la Argentina tiene que afrontar un arancel que va del 13,1 al 15,1 euros/hectolitros. La demora de más de 15 años en la conclusión del acuerdo Unión Europea-Mercosur no es gratuita”, sostuvo.

A su retorno, sin embargo, Macri adujo problemas de salud para ausentarse a la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) realizada el pasado 27 de enero en Quito, Ecuador.

La vicepresidenta, Gabriela Michetti, que fue en su lugar, eligió realizar una visita previa a Michelle Bachelet, presidenta de Chile y principal impulsora del TPP en el Cono Sur. Durante la Cumbre, mientras Bachelet enfatizó la importancia de “diversificar” la economía de la región, Michetti utilizó pocos minutos para destacar el rol de las energías renovables y la necesidad de “tomar medidas urgentes en función del cambio climático”, en la región.

Fuente: Telesur


 

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