(Por Eduardo F. Valdés * / Página/12)
El encuentro entre el papa Francisco y Kirill, patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, pone fin a 938 años de diferencias. Mil doscientos millones de católicos representados en la Iglesia Católica, apostólica y romana, frente a ciento veinte millones de ortodoxos rusos. Ese es el muro que se cayó este viernes en Cuba.
El nuevo muro que derriba Francisco pone fin a una relación rota en el año 1054. Las causas de la ruptura hay que hurgarlas en la liturgia de ambas iglesias. En aquel tiempo, ambos papas, el de Roma y el de Constantinopla se excomulgaron mutuamente. En Occidente se hablaba latín, mientras que en el Oriente bizantino se optaba por el griego. Asimismo, se discutía la figura del purgatorio y la llamada “controversia trinitaria”: Occidente cree y reza al Espíritu Santo, que de acuerdo con las corrientes teológicas más extendidas en la Iglesia occidental “procede del Padre y del Hijo”, los ortodoxos prescinden de la figura del Hijo.
Hoy, tras casi un milenio de enfrentamiento, la búsqueda de la paz a través del multilateralismo y la solución del conflicto entre Rusia y Ucrania son los motivos que propiciaron la destrucción de este muro. A ambas iglesias las une la preocupación por la persecución a los cristianos, católicos y ortodoxos y la destrucción de monumentos cristianos en Africa y Asia, sobre todo a manos del autodenominado Estado Islámico en Siria. “En esta trágica situación necesitamos dejar de lado nuestros desacuerdos internos y unir esfuerzos para salvar el cristianismo en las regiones donde es objeto de persecución”, afirmó Hilarión Alfeyev, jefe de política exterior de la Iglesia Ortodoxa rusa. “Iré donde tu quieras, llámame y yo voy”, le dijo Francisco en noviembre del 2014 al patriarca ruso.
El Papa jerarquiza la relación con Rusia desde 2013, cuando pudo evitar la invasión a Siria de Estados Unidos, anunciada por Obama. Gracias a la carta que envió a la cumbre del G-20 que se realizaba en San Petersburgo con la presidencia de Vladimir Putin, logró que los 19 países restantes convencieran al presidente norteamericano de no concretar su anuncio. Desde entonces se entrevistó dos veces con el premier ruso, en noviembre del 2013 por Siria y en junio del 2015 por la crisis de Ucrania, donde hay una porción importante de población católica.
La Iglesia rusa está muy vinculada a Putin, como antes lo estuvo al zar y luego al Partido Comunista. Cuando en 1917 triunfó la Revolución Bolchevique los católicos de Rusia y de Ucrania fueron perseguidos y sus bienes confiscados fueron entregados a los ortodoxos.
Este es el tercer puente que inaugura el jefe católico en Cuba. Uno ya lo terminó, el restablecimiento de relaciones entre la isla y EE.UU. El segundo, cuando en plena misa en la Plaza de la Revolución en su visita a Cuba, pidió por la paz en Colombia. ¿Logrará el papa Bergoglio que Raúl Castro vuelva a rezar, como amagó éste en su visita vaticana en mayo del 2015? Paradoja del destino Cuba, que antes de Francisco era considerada exportadora de violencia, hoy es el lugar elegido por él para derribar un nuevo muro hacia la paz.
Así como fue signado por la Laudato Si, el 2016 está marcado por el ecumenismo y la visita a la sinagoga de Roma, el encuentro con el presidente de Irán, país de religión musulmana chiíta, y la visita a Suecia en septiembre para conmemorar los 500 años de la reforma de Martín Lutero, algo impensable hace muy poco tiempo.
* Ex embajador en el Vaticano.
Fuente: Página/12 / Foto: Yenny Muñoa (CubaMinRex)
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