(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)
Querido compañero General de Ejército, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Raúl Castro Ruz;
Querido Comandante Fidel Castro, que nos escucha;
Compañeros del Gobierno Bolivariano, del Gobierno Martiano:
Hemos venido a esta visita de trabajo. Como decíamos en la madrugada al llegar, nos sentimos en nuestra casa, nuestra casa común de pueblos hermanos que han gestado una historia común heroica.
Nuestras delegaciones han revisado el camino de estos años y han diseñado la ruta y el camino de los próximos años y las próximas décadas. Por lo menos hemos visualizado los pasos que juntos vamos a dar desde el 2016 hasta el 2030, siempre viendo el siglo XXI como el siglo nuestro, ¡nuestro siglo!, como soñó Bolívar, como soñó Martí, el siglo de la independencia definitiva, de la identidad común americana, el siglo de la liberación de todas las formas de opresión que han existido, el siglo de la unión de nuestro Caribe y de nuestra América, el siglo de la felicidad y el derecho al futuro. Así lo vemos.
Han sido pasos que se han dado en todos estos años, recobrando la huella de los que nos fundaron. El primero de ellos Bolívar, quien siempre soñó con una Cuba libre. Fueron varias las oportunidades en que nuestro Libertador preparó los planes para venir a liberar a Cuba y a Puerto Rico, y quedó pendiente en la agenda del libertador Simón Bolívar, de las luchas futuras, luego de que él rindiera su vida, la agenda pendiente de la liberación de Cuba, Cuba, la amada Cuba de siempre.
Hemos retomado los caminos de Martí, quien logró sintetizar de manera única los anhelos de libertad, del derecho a la independencia del pueblo cubano y del pueblo de nuestra América de entonces. José Martí fue el más grande bolivariano del siglo XIX que haya conocido nuestras tierras. Fue el intérprete fiel del espíritu genuino del Libertador. Fue a buscar en 1881 su palabra, su espíritu, y llegó a Caracas —como todos sabemos— y antes de ir a descansar y aún conservando —como dice el testimonio— los polvos de los caminos fue a rendirle honores a quien consideraba también su padre, Simón Bolívar. Símbolos de la historia que van marcando una ruta, que nos van obligando en la raíz de la profundidad de nuestra humanidad a andar juntos, como hemos andado en los años de este siglo.
Bolívar, Martí, los dos buscaron lo mismo: uno Libertador del inicio del siglo XIX, comandó ejércitos, hombre de guerra; Martí, hombre de letras, quien se fue también a la guerra y terminó en la posteridad como un inmortal libertador de nuestra América, así lo reconocemos los venezolanos. A Martí lo reconocemos como uno de nuestros libertadores del siglo XIX, fiel compañero del pueblo cubano, y decir Martí es decir Maceo, es decir Máximo Gómez, es decir el pueblo.
Recibir esta condecoración, la cual acepto, aunque personalmente no merezco todavía, la recibo como un compromiso, un compromiso de lealtad a los ideales de los fundadores, de lealtad a Fidel y a Chávez, de lealtad a las ideas gloriosas que han puesto de pie a nuestros pueblos para que sean pueblos dignos, respetados hoy por hoy por la humanidad entera. Cuba, la de Fidel, la de la Revolución, Cuba la de Siempre, y Venezuela, la de Chávez, la de Bolívar, dos caminos que nos encontramos siempre, nos buscamos durante mucho tiempo, todo el siglo XX, plagado de invasiones, de dictaduras imperiales en Cuba, en Venezuela.
Aún se recuerda cuando las campañas de la Sierra Maestra y la lucha revolucionaria del Movimiento 26 de Julio, de los ángeles barbudos que llegaron a la montaña y luego bajaron de la Sierra a llevar libertad, dignidad e independencia al pueblo de Cuba, aún se recuerda la campaña surgida de los barrios de Caracas, de los campos de Venezuela: “Un bolívar para la Sierra Maestra”. ¡Qué admiración tan grande!, se despertó de manera natural, genuina, espontánea en el pueblo venezolano, en la Fuerza Armada de entonces, que había despertado de una larga dictadura y tenía un liderazgo que buscaba encontrarse con el pueblo, en aquel año 1858.
Se encontraron nuevamente los caminos, aún se recuerda la llegada del Comandante victorioso Fidel Castro Ruz, aquel 23 de enero de 1959, y el recibimiento en las calles por parte de los habitantes entonces de los barrios de Caracas, de la juventud revolucionaria de entonces, y de cómo el discurso dado por Fidel Castro en la Plaza O’Leary del centro de Caracas, de El Silencio, como marcó a varias generaciones de revolucionarios, de patriotas entonces. Se recuerda a Fidel y su reivindicación de Bolívar y su visión clara siempre del papel que le iba a corresponder a Venezuela en la hora de la gloria, para despertar nuevamente el ímpetu independentista y la fuerza revolucionaria en nuestros tiempos. Como un profeta le habló al tiempo, 23 de enero de 1959.
Luego los caminos se separaron nuevamente. Cuba hizo su auténtica Revolución, con sus aciertos y con su fuerza propia. Cuba construyó su propio camino, su propio modelo. Cuba rescató su identidad, esa hermosa cubanía que hoy llevan con orgullo a cualquier lugar del mundo los cubanos, sintiéndose auténticamente miembros de esta tierra sagrada. A Venezuela le tocó un camino tortuoso, difícil, muy complejo, hasta que surgió esa fuerza inaudita de la historia del liderazgo que abrió el camino del siglo XXI venezolano: Comandante Hugo Chávez y el Movimiento Bolivariano Revolucionario-200.
No es casualidad, dirían algunos, que precisamente con el surgimiento del liderazgo bolivariano del Comandante Chávez, el proyecto revolucionario y el Proyecto Nacional Simón Bolívar, avanzáramos hacia un reencuentro de la historia, hacia una retoma de la huella fresca, de la huella original que fundó nuestra identidad y nuestro derecho a ser: Bolívar y Martí.
Llegó el día, luego de los tiempos de rebelión de 1992, un 14 de diciembre de 1994 tocó tierra cubana el Comandante Hugo Chávez Frías, lo esperaba en la escalerilla del avión otro Comandante que había pasado por todas las batallas del siglo XX y que había levantado a Cuba con su dignidad en la primera línea de la verdad del mundo: Fidel Castro Ruz; se dieron un abrazo. Era un anoche fresca del 14 de diciembre de 1994, y ese día se reencontraron todos los caminos de las luchas, de los sueños, de los anhelos, de las esperanzas; ese día sellaron el comienzo de un nuevo pacto que hoy llevamos, un pacto de sangre, de amor, de vida y de verdad, que es el pacto de la unión de Cuba y de Venezuela y que yo llevo ahora en esta medalla (Aplausos); que llevo ahora aquí (Señala).
No son dos días, nuestra unión viene del amor, de la hermandad, de los sueños de grandeza, por la igualdad, por la justicia, por la independencia. Nuestro amor viene de la identidad, del encuentro de dos pueblos que tenemos dos historias heroicas; nuestro amor viene de la verdad. Nosotros no andamos fingiendo conductas, ni sonrisas ni saludos, nosotros nos abrazamos de verdad, con confianza porque somos hermanos, y sabemos que detrás de un abrazo lo que viene es la sonrisa y no un puñal.
Nosotros, Cuba y Venezuela, con Fidel y con Chávez, logramos construir este camino que ya se va haciendo extenso, intenso, largo; 1994, cuántas cosas han pasado desde entonces, cuántas luchas hemos dado. Cuba perseguida por un bloqueo infernal; Venezuela sometida a todas las formas de amenazas internas y externas, y aquí estamos, de pie, como siempre vamos a estar en los años que están por venir. Ya no podrán desaparecernos, como dijo Lula en estos días ante la persecución a la que están siendo sometidos él y la presidenta Dilma; ya no podrán de desaparecernos, ya no habrá Plan Cóndor que pueda con nosotros, somos una realidad, una hermosa realidad.
Diez años después, 14 de diciembre del año 2004, aquel Comandante que llegó y abrazó en unión a la Cuba revolucionaria y el período especial de 1994, ya vino Hugo Chávez, junto a Fidel Castro a fundar un sueño quijotesco: la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América. Semanas después se fundó PETROCARIBE, dos motores —ALBA-PETROCARIBE— para lo que vino después, un proceso histórico de surgimiento, consolidación de nuevos liderazgos, un proceso histórico de surgimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, del UNASUR; un proceso histórico del surgimiento de una nueva realidad, de una nueva geopolítica que nadie podrá desconocer, pero que tenemos nosotros, los pueblos de Cuba, de Venezuela, la juventud de Cuba y de Venezuela conocer, reconocer y defender, nos toca a nosotros, y les toca sobre todo a las generaciones del futuro, estar claros de los caminos andados por todas las generaciones y los héroes que han acumulado nuestras luchas, los mártires que han acumulado nuestras luchas y tomar siempre firmes esa bandera hermosa que ondea, estas banderas de Cuba y Venezuela que están ondeando unitarias, esperanzadas en los tiempos por construir.
Tengo que agradecer, a nombre de la delegación del gobierno bolivariano y revolucionario, a nombre del pueblo de Venezuela esta condecoración que de verdad es para el pueblo heroico de Venezuela que ha batallado, que no se rinde, que no descansa y que enfrenta mil formas de guerra no convencionales.
Realmente, esta fuerza de Martí, de una Cuba digna, firme y de pie, se la llevo al pueblo de Venezuela como condecoración a su heroicidad, a su lucha, a su amor, a la lealtad compartida por todos estos años históricos, hermosos y heroicos que hemos vivido.
Recientemente revisábamos algunos documentos históricos del Libertador y encontrábamos una carta —camarada Alí Rodríguez, embajador, comandante Alí—, fechada el 13 de abril de 1823, estaba el Libertador en el sur, en Guayaquil, y le escribe una carta al entonces Presidente del Perú, al pasar los meses sería llamado el Libertador a Lima con sus tropas, para echar los reductos del ejército imperialista de la colonia española entonces, y el Libertador le escribe al Presidente de entonces, Riva Agüero y le dice: He enviado delante a Sucre —Antonio José de Sucre—, el Libertador había pensado años antes mandar a Sucre al frente de las tropas que iban a venir a Cuba. Seguramente Sucre soñó con llegar a La Habana en esta misión libertadora. Y le dice el Libertador Simón Bolívar el 13 de abril de 1823 al Presidente del Perú entonces: He enviado a Sucre que es el mejor general que jamás ha parido Venezuela, hombre forjado en la Revolución, en la guerra, pero hombre experto en la paz. Yo quisiera —le dice el Libertador— que lo emplearan a fondo para ver si por medios pacíficos podemos lograr el retiro definitivo, sin más guerras, de las tropas españolas, pero previendo que no fuera así, mandamos 4 000 hombres y tengo preparados 4 000 más a la espera de pertrechos y caballos para andar sobre Lima y expulsar al imperio español.
Bolívar, con gran sentimiento y sentido aportaba a la paz y a que el imperio de entonces reconociera la fortaleza de lo que ha éramos, hombres libres, mujeres libres, patrias nacientes. Para entonces, bueno, el imperio español, quizás la lejanía, si hubiera tenido Internet quizás hubiera entendido más rápido qué estaba sucediendo en Suramérica. No fue así, pero entonces Bolívar le dice: En cualquier circunstancia y si fuéramos obligados a utilizar la fuerza, en cualquier circunstancia el amor por la patria vencerá.
Yo creo, lo siento y sé que nuestro pueblo también lo siente, sobre todo al frente de un hombre como Raúl, General de Ejército, combatiente de tantas batallas de dignidad de nuestra América, en cualquier circunstancia el amor por la patria vencerá, el amor por nuestra América vencerá, el amor por Cuba vencerá, el amor por Chávez vencerá, el amor por Fidel vencerá, el amor por Venezuela vencerá; en cualquier circunstancia nuestros pueblos llevarán esta marca heroica de Bolívar y de Martí y en cualquier circunstancia nuestra causa vencerá. Así lo creo.
Muchas gracias, Cuba.
¡Viva Cuba! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva Venezuela! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva Bolívar! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva Martí! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva Fidel! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva Chávez! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Hasta la victoria siempre! (Aplausos.)
Fuente: Granma / Foto: Yenny Muñoa (CubaMinRex)
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