(Por Roberto García Hernández*)
La Habana (PL) La reciente visita a Cuba del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, renovó las energías de quienes en su país favorecen el fin del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto contra la isla.
La discusión sobre dichas sanciones unilaterales resulta vital en el seno del Capitolio, única entidad de poder con facultad para eliminarlas en su totalidad, pese a que las amplias prerrogativas de Obama le permiten reducirlo de forma significativa.
En su viaje a La Habana, acompañaron al mandatario unos 40 legisladores de ambos partidos, entre ellos la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y sus correligionarios del Senado Dick Durbin y Patrick Leahy, así como el senador republicano Jeff Flake.
También viajaron la senadora republicana Amy Klobuchard y su correligionario de la Cámara alta Mark Sanford, además de los representantes demócratas Charles Rangel y Rosa DeLauro, todos partidarios de una relación más abierta con La Habana.
El mensaje reiterado aquí por Obama sobre el nuevo curso de las relaciones con Cuba está en correspondencia con la creciente tendencia en la opinión pública estadounidense de apoyar los objetivos del mandatario.
En ese sentido, una encuesta del diario The New York Times y la cadena CBS News mostró que casi 60 por ciento de los norteamericanos apoya la gestión del jefe de la Oficina Oval en este tema de política exterior, en particular su meta de poner fin a las sanciones.
El primer mandatario estadounidense que visita Cuba en 88 años repitió durante los tres días que estuvo en la capital isleña su posición de que el Legislativo debe poner fin a esas medidas punitivas.
Lo hizo tras el encuentro oficial con el presidente cubano, Raúl Castro, en el foro de negocios entre empresarios de ambos países y en otras actividades colaterales de su agenda.
En su discurso ante la sociedad civil cubana en el Gran Teatro Alicia Alonso, enfatizó que «es hora que levantemos el embargo (bloqueo)», al que calificó de «una carga anticuada» para el pueblo cubano y los estadounidenses que quieren trabajar, hacer negocios o invertir en la isla.
De hecho, en el contexto de esta visita vino a La Habana una nutrida representación del sector de negocios de la nación norteña, entre ellos de Google, Marriott, Xerox, CleBer, Air BnB, PayPal, Starwood.
La compañía estadounidense Priceline aprovechó la coyuntura para anunciar que en las próximas semanas los ciudadanos estadounidenses podrán reservar habitaciones de hoteles cubanos a través de su sitio en Internet.
A su vez, la firma Airbnb, que hace un año permite a los norteamericanos reservar casas de alquiler en Cuba, anunció que ampliará sus servicios a ciudadanos de otros países interesados en conocer la isla.
El temor a las multas
Sin embargo, a pesar de las declaraciones de Obama, las autoridades de su país deberán esforzarse para demostrar la aplicación en la práctica de las más recientes regulaciones de los departamentos de Tesoro y Comercio sobre la autorización del uso del dólar en las transacciones internacionales de Cuba.
Entre los directivos de bancos e instituciones financieras estadounidenses y de otros países persiste el temor de ser víctimas de acciones punitivas de Washington por mantener nexos con La Habana, como ha sido hasta ahora.
Persiste el recuerdo de las multas del Ejecutivo norteamericano a empresas como el gigante Halliburton, penalizado con 304 mil 706 dólares por realizar negocios con la empresa cubana Cuba Petróleo (Cupet).
Además, otro asunto pendiente atañe a la base naval norteamericana en la oriental provincia cubana de Guantánamo, un territorio ilegalmente ocupado, cuya devolución reclama hace años el gobierno caribeño.
Para llegar a la normalización, La Habana también demanda el cese de las transmisiones ilegales, así como el abandono de los programas destinados a cambiar el sistema político de la isla.
Desde el comienzo del llamado «deshielo», Cuba expresó su disposición a abordar cualquier tema que Estados Unidos desee debatir, entre ellos las reparaciones por los daños y perjuicios provocados por la hostilidad de Washington.
Los mismos objetivos hacia Cuba
También la presencia de Obama en La Habana le permitió referirse, una vez más, al fracaso de la política que mantuvieron durante décadas las anteriores administraciones respecto a Cuba, basadas en hostilidad, agresiones y presiones de todo tipo.
Funcionarios estadounidenses afirman hace meses que la nación norteña renunció a la política de cambio de régimen en la isla, pero esa aseveración requiere ser confirmada en la práctica.
Tal como anunció el 17 de diciembre de 2014, el presidente norteamericano reafirmó aquí que su política priorizará otras vías para impulsar cambios en el sistema sociopolítico de Cuba.
En ese sentido, en su discurso en el Gran Teatro Alicia Alonso intentó sentar pautas de lo que debe ser un modelo de nación democrática.
Al respecto, Raúl Castro dejó claro que en el actual proceso «no debiera pretenderse que el pueblo cubano renuncie al destino que libre y soberanamente ha escogido y por el que ha hecho inmensos sacrificios».
Avances a pesar de las diferencias
A pesar de perdurar profundas diferencias, la presencia de Obama en Cuba y sus encuentros con Raúl Castro y otras personalidades, con una amplia cobertura mediática, evidenciaron un paso adelante en los nexos entre los dos países.
Las reuniones de ambos mandatarios fueron calificadas de históricas por expertos y medios de prensa, y dieron continuidad a reuniones anteriores en Panamá y Nueva York en abril y septiembre, respectivamente, del año pasado.
Apenas un año después del llamado «17-D» existen avances innegables, como la reanudación del correo postal directo y la firma de un acuerdo para restablecer los vuelos regulares.
Además, ambos gobiernos suscribieron dos memorandos de entendimiento sobre protección del medio ambiente y seguridad en la navegación marítima, así como otro en el área de la agricultura.
Las partes negocian otros convenios en la lucha contra el narcotráfico, la seguridad del comercio, de los viajeros, y la salud. Pese a la persistencia del bloqueo, y sobre la base de las decisiones tomadas por el presidente Obama para modificar la aplicación de algunos aspectos de lo que llama «embargo», empresas cubanas y sus contrapartes estadounidenses trabajan en la identificación de posibles operaciones comerciales.
La visita de Obama a Cuba favorece los intereses de ambas naciones y evidenció, una vez más, que sus gobiernos están decididos a avanzar en el largo camino hacia la normalización de los vínculos bilaterales.
El bloqueo es el principal escollo para lograrlo, y las llaves para su cierre definitivo las tiene el Congreso, por lo que el viaje del jefe de la Casa Blanca a La Habana, donde conoció de primera mano la realidad cubana, impulsó esta lucha contra las sanciones unilaterales en el seno de los centros de poder de Estados Unidos.
* Jefe de la Redacción América del Norte de Prensa Latina
Fuente: Prensa Latina
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