Guayaquil habría cambiado el destino del ‘Che’

Testimonios, cartas y el libro de Carlos Ferrer narran el paso de Ernesto Guevara por el puerto principal.

(Por El Telégrafo / Ecuador)

Pocas serían las personas que Ernesto Guevara de la Serna conoció en su paso por Guayaquil y que aún viven. Una de ellas sería el escritor y maestro guayaquileño Cristóbal Garcés Larrea.

“Al que después pasó a la historia como el ‘Che’ lo conocí porque vivíamos en la misma pensión de la Numa Pompilio Llona, que es como se llama la única calle del Barrio Las Peñas”, explica don Cristóbal, sentado en la escalera de su casa ubicada en los alrededores de este sector de Guayaquil. “La literatura, los libros y la música han sido mi vida -rememora sonriente- y claro, ver a este argentino siempre con un libro en la mano, por supuesto que me llamó la atención”.

“Muchas veces -agrega- a mi vuelta del colegio donde daba clases, me lo encontré en El Fortín, que quedaba al lado de la pensión, recostado, leyendo poesía. Decía que le gustaban mucho Lorca y Neruda. Conversábamos mucho de literatura y música, casi nunca de política. Solo una vez le pregunté sobre Perón que en ese entonces gobernaba Argentina. Solo me respondió que Eva era un caso muy especial. En otra ocasión, mirando a un grupo de chiquillos que jugaban en la escalinata del cerro Santa Ana recién inaugurada, comentó que era increíble la flacura de esos chicos si Ecuador nadaba en banano”.

Con una mente lúcida a sus 91 años, don Cristóbal Garcés agrega: “El ‘Che’ me decía que le gustaban mucho los folcloristas argentinos y por supuesto el tango. Así que en varias ocasiones lo invité a escuchar discos de Atahualpa Yupanqui”.

Guevara, años más tarde el ícono de la izquierda latinoamericana, habría llegado a Guayaquil en septiembre de 1953. Antes, en julio de ese año, salió de Buenos Aires en un tren hasta La Paz, capital boliviana. Tenía 25 años y este era su segundo periplo por América del Sur. En esta ocasión lo acompañaba su amigo de la infancia Carlos Ferrer, apodado “Calica”. Ambos habían planeado un recorrido que incluía a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela.

¿Qué hizo el ‘Che’ en la ciudad?

En el salón Costa, un antiguo café ya desaparecido y ubicado en la esquina de 9 de Octubre y Boyacá, Guevara habría conocido a Jorge Maldonado Renella, entonces joven militante del Partido Comunista. Este lo presentó con el doctor Fortunato Safadi, siquiatra, director del asilo para enfermos mentales, y con su esposa, Ana Moreno, también miembro del Partido.

El encuentro lo narra el propio Guevara en su diario de viaje, citado en el libro de Carlos Ferrer De Ernesto al ‘Che’, publicado en 2005. “Conocí a un muchacho Maldonado, que me conectó con gente médica, el doctor Safadi, psiquiatra y bolche”, dice el libro de Ferrer, que consta de 217 páginas.

En 2006, cuando publicó el libro, Ferrer dijo que varios eventos lo habían animado a escribirlo. Dijo a Página 12 que se decidió luego del estreno del filme Diarios de motocicleta, que cubre el primer viaje de Guevara por América Latina junto a Alberto Granado.

Ferrer narra que el ‘Che’ conoció a través de Safadi a los pocos especialistas de lepra en Guayaquil. “Tienen una casa de reclusión con 13 personas en condiciones bastante precarias y con poco tratamiento específico; los hospitales, por lo menos, son limpios y no del todo malos”.

Según la entrevista a Página 12, el rumbo del ‘Che’ cambia a raíz de su visita a Guayaquil. En primera instancia el periplo terminaría en Venezuela, pero “es en Ecuador en donde se acentúa esta inquietud más política a partir del encuentro con 3 argentinos estudiantes de Derecho (Eduardo “Gualo” García, Andro Herrero y Óscar Valdovinos) y viaja a Guatemala”.

Ana Moreno, por su parte, le contó al periodista José Steinsleger en una entrevista publicada en septiembre de 1977 en el diario La Jornada, que “algo había en aquel muchacho que con otros argentinos vendía cadenitas en los portales del correo”.

“El ‘Che’ vivía a pocos metros de (nuestra) casa, en una pensión modestísima de Las Peñas, todos los días desayunaba con nosotros”, recordó Ana. Los temas de conversación de la sobremesa eran la política, el marxismo, la guerra fría y, por supuesto, las enfermedades. También se analizaban las diferencias y semejanzas entre la revolución ecuatoriana fallida de 1944 y la que se estaba gestando en Bolivia, en los 50.

El círculo de amigos guayaquileños de Ernesto Guevara se habría completado con el escritor Enrique Gil Gilbert y su compañera, la pintora Alba Calderón. También miembros del Partido Comunista. En la casa de ambos en Las Peñas, dice el exdocente Cristóbal Garcés, el ‘Che’ almorzaba o cenaba.

El trajinar del ‘Che’

Si bien Guayaquil habría sido un destino fugaz para Guevara, esta ciudad determinó gran parte de su vida como se lee en una carta del 21 de octubre dirigida a su madre: “(…) Caminábamos un poco añorando a la amada patria. Hablábamos de lo bien que estarían el gordo Rojo y Valdovinos, que habían logrado pasaje a Panamá. El hecho es que García, como al pasar, largó la invitación de irnos con ellos a Guatemala, y yo estaba en una especial disposición psíquica para aceptar. “Calica” dijo que al día siguiente daría su contestación y la misma fue afirmativa, de modo que había cuatro nuevos candidatos al oprobio yanqui”.

Carlos Ferrer “Calica”, finalmente no viajó a Guatemala. En 2005 escribió en Página 12: “En Guayaquil empezó de a poco a dejar de ser Ernesto para convertirse en el ‘Che’. Hoy sé que allí fue donde empezaron a separarse nuestros destinos”.

Una de las últimas personas en ver a Guevara en Guayaquil fue Óscar Valdovinos, exhombre fuerte del Partido Intransigente en Argentina. Él contó al diario El Clarín, en 2005, cuando se cumplieron 38 años de la muerte de Guevara en Bolivia: “Todos éramos gorilas. Y así como Ernesto era antiperonista, tenía sí una gran sensibilidad social”. Aseguró que vivió en Guayaquil junto a Guevara en “una pensión de mala muerte”.

Valdovinos, quien daba conferencias sobre tango y reforma agraria en la ciudad, dijo al periódico que el ‘Che’ consiguió un trabajo en el puerto de Guayaquil, midiendo las entradas de los buques bananeros.

Allí paseaba por el Malecón y se sentaba en una banca frente al monumento a Bolívar y San Martín, dijo Ana Moreno al diario La Jornada. La noticia de que Velasco Ibarra llegaba a Guayaquil para inaugurar unas obras encendió el ánimo de Guevara y sus amigos argentinos.

Daban por hecho que Velasco los recibiría y ordenaría que les dieran un lugar en un barco o en un avión militar que vaya a Panamá. Fueron hasta el hotel donde estaba el Presidente y luego de mucho esperar los recibió el jefe ceremonial. Le dijeron que en realidad querían llegar a Guatemala para ver de cerca el movimiento popular de ese país.

El funcionario les dijo que era imposible. “De vuelta en nuestra pensión maliciamos que la sinceridad con el funcionario había sido demasiada. Ecuador estaba rodeado de dictaduras y se movía con cuidado para no ofender a nadie”, escribió Ferrer.

Una de las pocas actividades sociales de Ernesto Guevara y sus amigos en Guayaquil habría sido su participación en un baile organizado por la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE). Cuando Guevara y sus amigos se convencieron de que era imposible conseguir pasaje a Panamá, Andro Herrero decidió quedarse en prenda de la deuda que tenían en la pensión. Ernesto y “Gualo” García continuaron el peregrinaje por los muelles buscando un capitán que quisiera transportarlos a cambio de trabajo.

Al fin lograron que un capitán acepte embarcarlos hasta Panamá. Guevara le cuenta a su madre los pormenores en una carta fechada el 21 de octubre: “Si un capitán semiamigo accede a hacer la matufia necesaria, podremos viajar a Panamá García y yo, y luego el esfuerzo mancomunado de los que llegaron a Guatemala, más los de aquel país, remolcarán al rezagado que queda en prenda de las deudas existentes”.

En otra misiva del 24 de octubre escribe: “Después de muchas idas y venidas y de llamar harto tenemos la visa a Panamá. Salimos mañana domingo y estaremos el 29 a 30 por allí. Escribí rápido al consulado”.

El barco que transportó al joven argentino Ernesto Guevara de la Serna pertenecía a la United Fruit Company, la transnacional bananera estadounidense que financió el golpe de Estado contra el líder guatemalteco Jacobo Arbenz, en 1954. En ese año Arbenz había iniciado una profunda reforma agraria que afectó los intereses de la United Fruit Company.

En Panamá el ‘Che’ solo pasó unos meses, hasta que arribó a Guatemala en diciembre, 6 meses antes de la caída de Arbenz. En ese país centroamericano trató de trabajar como médico. Fue en Guatemala donde Guevara contactó por primera vez a exiliados cubanos que escaparon de la muerte en el fallido asalto al Cuartel de la Moncada que lideró un joven Fidel Castro, según contó Valdovinos a El Clarín. Este amigo de Guevara no se quedó para la caída de Arbenz, pues antes se había casado con una joven en Panamá. Tampoco vio la transformación de un hombre a quien siempre llamó Ernesto, tal como contó en la entrevista.

Asentado en Guatemala, Guevara no solo comenzó a simpatizar con la causa comunista sino que también conoció a su primera esposa. Luego Hilda Gadea fue detenida y el argentino partió hacia México y más tarde se unió al Movimiento 26 de julio de Fidel. El resto es historia conocida: Guevara, de 26 años, se convertirá en el ‘Che’. (I)

Fuente: El Telégrafo


 

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