La decisión del Congreso brasileño de avanzar en el impeachment a la presidenta Dilma Rousseff fue calificado por organizaciones políticas y referentes sociales de todo el mundo como un golpe de Estado institucional. Pero no sólo eso, distintos Estados también condenaron la medida y actuaron en consecuencia.

Retirando embajadores o rehusándose a reconocer a Michel Temer como legítimo presidente de Brasil, 10 países rechazaron la apertura del juicio político a Dilma. Se trata de naciones latinoamericanas, principalmente, aunque también se expresaron en ese sentido China y Rusia, aliados del país carioca en el bloque BRICS.

A diferencia de la posición oficial argentina, que fue el primer gobierno en reconocer a Temer y saludar “el proceso democrático”, los países del Mercosur -con excepción de Paraguay- fueron muy claros.

“Donde no puedas gobernar, divide, crea el caos y es lo que han creado con la suspensión de Dilma Rousseff”, dijo Nicolás Maduro en cadena nacional este martes. Y calificó de “apresurada, desmesurada e injusta” la decisión del Congreso brasileño. Por su parte, desde Uruguay, la Mesa Política del Frente Amplio denunció un “quiebre institucional” y un “golpe de Estado parlamentario”. También el expresidente José Mujica consideró que el sistema político brasileño “está francamente enfermo” y opinó que la situación tiene “tufo de golpe de Estado”.

“El Gobierno Revolucionario de la República de Cuba ha denunciado de manera reiterada el golpe de estado parlamentario-judicial, disfrazado de legalidad, que se gesta desde hace meses en Brasil. Hoy  se consumó un paso fundamental para los objetivos golpistas”, afirmaron desde la Cancillería cubana el día en que se aprobó el impeachment.

También el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia se expresó al respecto. En su cuenta de Twitter dijo: “No al golpe congresal. Defendamos la democracia del Brasil, su liderazgo regional y la estabilidad de América Latina”.

Fuente: Notas