(Cubanamera). En Buenos Aires, en plena dictadura cívico-militar, un grupo de madres que buscaba a sus hijos desaparecidos comenzaba una lucha histórica. Ellas aún conservaban la esperanza de recuperar a sus hijos con vida, mientras averiguaban en vano en ministerios, comisarías, iglesias y juzgados.
El recorte de libertades instaurado por el gobierno de facto incluía la prohibición de reunirse en espacios públicos. Comenzaban a ser una presencia molesta para las autoridades. El 30 de abril de 1977, al verlas reunidas en Plaza de Mayo, un policía les dio la orden «Circulen». Ellas comenzaron a circular alrededor de la Pirámide. No se irían nunca más. Y la fuerza obtenida de sus adoloridos corazones las convirtió en un símbolo mundial de la lucha por los derechos humanos. Así nacían las Madres de Plaza de Mayo.
Han pasado 39 años de aquella primera ronda. La dictadura fue derrotada en 1983 por el coraje de estas Madres, junto a valientes argentinos en sindicatos, universidades, organizaciones de derechos humanos y vecinales que fueron capaces de vencer el terror. La vergonzosa incursión de los militares en las Islas Malvinas, en donde murieron cientos de inocentes fue la gota que rebasó el vaso. A partir de entonces, las Madres recorrieron un largo camino en la historia argentina. La lucha de sus hijos pasó a ser su bandera. Renunciaron a la identidad individual para convertirse en un colectivo cuyo objetivo sería un país justo, donde todos pudieran gozar de los frutos de esta generosa tierra.
El primer presidente de la democracia, Raúl Alfonsín, se comprometió a buscar la verdad y la justicia sobre los terribles hechos de la dictadura. Así comenzaron los juicios a los responsables, que más tarde fueron abortados por las presiones ejercidas desde el ejército. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida garantizaron la impunidad para la gran mayoría de los implicados en graves violaciones a los derechos humanos. Las Madres siguieron marchando y reclamando justicia.
El gobierno de Carlos Saúl Menem -servil a los intereses de las corporaciones y a Estados Unidos- fue más allá, otorgando el indulto a los máximos responsables de las masacres y del saqueo a la nación. Las Madres siguieron marchando y denunciando ante todo el mundo la penosa situación del país.
Solo hasta que llegó Néstor Kirchner a la presidencia, en 2003, las Madres fueron reivindicadas institucionalmente y su lucha comenzó a ver los frutos tan esperados durante dos décadas. Así se eliminaron las leyes de impunidad y se reabrieron los juicios. Cientos de militares represores fueron condenados y recluidos en cárceles comunes. El máximo responsable de la barbarie, Jorge Rafael Videla, murió en prisión el 17 de mayo de 2013.
Néstor Kirchner no solo dedicó sus esfuerzos a la justicia y a la memoria histórica. Fue el primer presidente (luego de Juan Domingo Perón) que entendió que la paz social solo se consigue con la igualdad de derechos de los ciudadanos. Entonces comenzó una etapa de transformación en la República Argentina que duró 12 años (sumando los dos períodos de Cristina Fernández), en donde la riqueza fue redistribuida, hubo una importante movilidad social y disminuyó la desigualdad. Las Madres continuaron marchando con alegría, convocando a los jóvenes a trabajar por este nuevo país, y aportando desde su trabajo y la sabiduría adquirida con los años y el esfuerzo.
A fines de 2015 otros vientos empezaron a soplar en la Argentina. El empresario derechista Mauricio Macri obtuvo la presidencia por pocos puntos, gracias a una fuerte campaña encabezada por el monopolio mediático Clarín, en alianza con las corporaciones económicas. Con acciones simbólicas y otras muy concretas, el gobierno macrista está destruyendo una a una las conquistas obtenidas durante los años kirchneristas. Es la triste «versión recargada» de Menem.
A pesar de que los juicios de la memoria siguieron adelante, los poderes fácticos que impulsaron a y se beneficiaron de la dictadura continuaron intactos. De esta manera comenzó una campaña de desprestigio y estigmatización contra las Madres de Plaza de Mayo que llegó a su punto más alto la semana pasada, cuando un juez ordenó la detención de su titular, Hebe de Bonafini. La impresionante movilización popular y espontánea, y los reclamos de organizaciones de todo el mundo, impidió llevar a cabo esta orden.
Así llegan las Madres hoy a la ronda número dos mil. Con la presencia de Cristina Fernández de Kirchner y el acompañamiento del pueblo, las Madres que fueron paridas por sus hijos siguen de pie sin bajar las banderas. Ayer las llamaban «las locas de Plaza de Mayo», hoy les dicen «desquiciadas». En el Derecho de soñar, Eduardo Galeano sentenciaba: «En Argentina, las locas de la Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.»
Las Madres de Plaza de Mayo son nuestro ejemplo. Salud por ellas y sus dos mil rondas, que también son nuestras.
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