El pueblo cubano se reúne en asamblea general soberana y junto a Fidel responde a la farsa imperialista de Punta del Este con la Segunda Declaración de la Habana
(Por Pedro Antonio García / Bohemia)
La Habana, 4 de febrero de 1962. Plaza de la Revolución. Casi un millón de personas colmaban el histórico lugar. Los edificios aledaños vestían sus fachadas con grandes pancartas: en la del teatro Nacional, dos de ellas proclamaban Cuba no fallará y Venceremos.
En el entonces Ministerio de Industrias, donde hoy se ubica el del Interior y existe una efigie del Che, un gran letrero daba vivas al Socialismo, junto a perfiles de Fidel y Lenin. Más allá, se veía un dibujo alegórico de un miliciano, la bandera cubana, un fusil y un arado.
En el frontispicio del Ministerio de las Fuerzas Armadas, encima de imágenes de José Martí y Antonio Maceo, se proclamaba a Cuba “Territorio Libre de América”.
Desde la tribuna, la voz del comandante en Jefe resumía el fervor de los presentes, y a través de las ondas radiales llegaba a los oídos receptivos de toda la geografía nacional e incluso, más allá del Mar Caribe, a nuestras tierras de América.
“Se reúne por segunda vez, con carácter de órgano soberano de la voluntad del pueblo cubano, esta Asamblea General en el día de hoy; y se reúne para dar cabal respuesta a la maniobra, a la conjura, al complot de nuestros enemigos en Punta del Este”, afirmaba Fidel.
Se refería el líder de la Revolución a la farsa orquestada en el exclusivo balneario uruguayo donde, bajo la batuta de la delegación de los Estados Unidos, gobiernos serviles de América Latina habían aprobado la exclusión de Cuba de la organización de Estados Americanos (OEA).
Puntualizaba Fidel: “En todo el mundo están puestos los ojos sobre nuestro pueblo en el día de hoy; los pueblos de todos los continentes están esperando esta respuesta de nuestra patria.
“[…] Vamos, pues, a lo más importante de esta tarde, que es la Segunda Declaración de La Habana, nuestro mensaje a los pueblos de América y del mundo, la palabra de nuestro pueblo en este minuto histórico […]
“Los pueblos saben que en Punta del Este, los cancilleres que expulsaron a Cuba se reunieron para renunciar a la soberanía nacional; que allí el gobierno de Estados Unidos fue a sentar las bases no solo para la agresión a Cuba, sino para intervenir en cualquier país de América contra el movimiento liberador de los pueblos.
En otro momento de su intervención, subrayaba: “El deber de todo revolucionario es hacer la Revolución. Se sabe que en América y en el mundo la revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo.
“El papel de Job no cuadra con el de un revolucionario. Cada año que se acelere la liberación de América, significará millones de niños que se salven para la vida, millones de inteligencias que se salven para la cultura, infinitos caudales de dolor que se ahorrarían los pueblos”.
La Segunda Declaración de La Habana, aprobada por aclamación en Asamblea General del pueblo, patentiza la decisión de una nacionalidad de seguir resistiendo y construyendo el Socialismo, a pesar de las dificultades y agresiones del Imperialismo.
“Ahora, sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia”, alertaba el revolucionario cubano.
“Ya se les ve por los caminos, un día y otro, a pie, en marchas sin término, de cientos de kilómetros, para llegar hasta los “olimpos” gobernantes a recabar sus derechos.
“Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, de un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, fincando sus garfios en la tierra que les pertenece y defendiéndola con su vida; se les ve llevando sus cartelones, sus banderas, sus consignas, haciéndolas correr en el viento por entre las montañas o a lo largo de los llanos.
“Y esa ola de estremecido rencor, de justicias reclamada, de derecho pisoteado que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase […]
“Porque esta gran humanidad ha dicho: ¡Basta!, y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. ¡Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia!”.
Fuentes consultadas
Los libros El bloqueo a Cuba, de Nicanor León Cotayo; Itinerario de una farsa, de Carlos Lechuga; y El Canciller, de Manuel González Bello. La compilación Declaraciones de La Habana y de Santiago, de la Editora Política (1965).
Fuente: Revista Bohemia
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