Estados Unidos todavía tiene un sueño

Por Anahí Rubín – desde Nueva York

“Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo.
Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales”.

Martin Luther King, 28 de agosto de 1963.

George Floyd tenía 46 años, vivía en Minneapolis, Estado de Minnesota, y el lunes 25 incrementó la lista de los 1254 afroamericanos asesinados a manos de la policía desde 2015. 

El oficial que terminó con su vida, Dereck Chauvin, tenía 18 causas previas por abuso verbal y físico infringidas a la comunidad negra, pero estas, evidentemente, dormían en los cajones de Asuntos Internos de la Comisaría 3º donde trabajaba.

Estados Unidos tiene un largo historial de casos similares. En 2014 las víctimas fueron Michael Brown, en Ferguson (Missouri) y Erick Gardner en Nueva York, en hechos que originaron marchas de repudio en varias ciudades del país. Lamentablemente, con ningún resultado, ya que los que agentes que cometieron estos crímenes están en libertad.

Desde el 25 de mayo, al conocerse el video del crimen de Floyd, miles tomaron las callesde Minneapolis. Consignas como: “No Disparen”, “No Puedo Respirar” y “Sin Justicia no hay Paz”, resonaban en las calles y pedían encarcelar a los policías envueltos en este asesinato. El resto del país también respondió, en solidaridad y salió a protestar en 170 ciudades. Negros, blancos y latinos unidos por el pedido de justicia.

Muchos jóvenes que seguramente nunca vivieron una experiencia semejante, desafiaron el Covid-19, usando máscaras de protección. Como dijo un joven negro en las calles de Manhattan: “Tengo miedo a contagiarme, pero tengo que estar acá, vengo a defender mi derecho a vivir, no quiero ser asesinado por la policía”. Según estudios de la Universidad de Rutgers, 1 de cada 1000 negros corre el riesgo de ser asesinado por la policía a lo largo de su vida.

El joven tenía razón de sentir miedo, Estados Unidos es el epicentro de la pandemia, con 104 mil muertos y 1.831.435 infectados, siendo la comunidad afroamericana una de las más afectadas; el 28% murió a consecuencia del virus. Pero es importante mencionar que además del virus, influyeron en los decesos las condiciones de pobreza, hacinamiento, enfermedades como asma, hipertensión y una dieta no saludable. Seguramente la causa esencial de contagio fue el contacto en el trabajo; hospitales, cocinas, deliverys, transportes, donde la mayoría de la comunidad afroamericana está expuesta. Mientras estos ciudadanos ponían el cuerpo para servir a otros, 420 mil millonarios abandonaban Manhattan y la clase media se encerraba en sus edificios.

Estados Unidos tiene una larga historia de racismo institucional. En el año 2019 se cumplieron 400 años desde que los primeros barcos con esclavos africanos arribaran a costas norteamericanas; desde 1619 a 1865, 12 millones de esclavos llegaron a América, al menos 650 mil permanecieron en Estados Unidos, especialmente en el sur, donde enriquecieron las arcas de las plantaciones de algodón. Los esclavos eran vendidos y comprados como cualquier objeto. En 1863 el presidente Abraham Lincoln firmó la finalización de la esclavitud. Muchos esclavos liberados huyeron a las ciudades industrializadas del norte en busca de trabajo, pero también ahí fueron discriminados y sólo accedían a los peores trabajos. Los que se beneficiaron con la llegada de los afroamericanos fueron comerciantes y banqueros. Nueva York recibió el 40% de los ingresos de la venta de algodón a través del dinero obtenido por empresas financieras, negocios de transporte, compañías de seguro e instituciones bancarias. Algunas de estas corporaciones todavía existen: como JP Morgan, el banco más grande del país, quien tuvo que reconocer que dos de sus subsidiarias, Citizen Bank y Canal Bank, en Lousiana, aceptaban esclavos como respaldo de préstamos.

La historia de la comunidad negra está marcadas por grandes luchas en relación a la esclavitud: Guerra de Secesión (1861-1865), las leyes de Jim Crow promulgadas entre 1876 y 1965, que acentuaron la segregación racial, bajo el lema “separados pero iguales”; además de las luchas por los derechos civiles encabezados por el reverendo Martin Luther King en los años sesenta.

Pero estas batallas no han dado muchos resultados, la inequidad social y económica en la comunidad negra persiste. Según el Instituto de Políticas Económicas los trabajadores ganan un 22% menos que sus pares blancos, y a pesar de que constituyen el 13% de la población norteamericana, el 20% son pobres. 

Por todas estas razones miles marchan por las calles de este país desde hace casi dos semanas; no sólo protestan por la brutalidad policial sino por años de explotación y maltrato. Quizás, ahora se produzca un cambio y finalmente la población negra sea escuchada en sus reclamos y el sueño de justicia del que habló el reverendo Martin Luther King comience a cumplirse.


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